18 mar 2013

Miedo a la soledad

Antes de empezar sugiero que se eche un pequeño vistazo a este vídeo.



Hace unos años, tenías en tu poder una navaja suiza Victorinox de catorce usos y sentías que ya no necesitabas nada más. Ahora, tienes un Smartphone y tampoco parece hacerte falta nada más.

Sin embargo un teléfono es como un cuchillo. Es una herramienta útil, pero si la utilizas inadecuadamente puedes hacerte daño.
Ya he hablado muchas veces de teléfonos desde diferentes puntos de vista pero esta vez voy a hacerlo desde el punto de vista de una persona solitaria.
Yo tengo la sensación de que desde que uso whatsapp, por ejemplo, soy más propensa a sentirme sola. Qué raro, dirán, pues si tienes whatsapp estás en continuo contacto con tus amigos.
Punto número uno: no estoy en continuo contacto, estoy en contacto relativo.
Punto número dos: en su gran mayoría no son mis amigos, sino más bien conocidos o incluso simples contactos. Desgraciada o afortunadamente no tengo tantos amigos.
El contacto que podamos tener con nuestros whatsapperos es muy limitado. Bueno, sí, está bien mandar algún mensajillo, una bobada de vez en cuando o incluso cosas serias, pero no convertirlo en una necesidad. En el bus, nada más salir de clase, al llegar a casa, en el coche... nos metemos en una especie de círculo agradable que te mece haciéndote creer que no estás solo, que esas personas que te mandan todo tipo de mensajes-bobada están ahí, pero no es así. Te mareas y no lo ves, pero el ser humano, aunque busca la compañía por naturaleza, nace solo y muere solo. Sin embargo para cuando nos damos cuenta de esto, el círculo está tan vacío como nuestras mentes. "Antes los solitarios leíamos versos, así por lo menos pensábamos en algo" oí una vez. Ahora no pensamos, solo hablamos.
Y la necesidad nos la provocan. "Oh, ¡qué bonitas y buenísimas fotos saca mi teléfono!, ¡puedo hasta tirarle agua por encima!" te felicito, pero la cámara más buena que tenemos es el ojo humano y a veces, preocupados de inmortalizar los momentos virtualmente, nos olvidamos de hacerlo con el alma que es lo verdaderamente importante.