20 oct 2012

El saber no busca especialistas

"No entiendo por qué debemos profundizar tanto en la literatura los que estudiamos ciencias. En mi carrera y en mi vida no va a servirme para nada".
Que te digan esto y no saber qué contestar te da mucha rabia, así que decidí reflexionar sobre el tema.

Puedes especializarte en una rama pero no puedes dejar cojo el árbol.
Pueden gustarte más o menos unas asignaturas que otras, pero todas van a servirte para algo. Ahora quieren quitarles historia a los que estudian ciencias. Ah, pues estupendo, no saber de dónde venimos seguro que es super útil. Como decía mi profesor de filosofía el otro día; los matemáticos dicen que los filósofos no sirven para nada. Bueno, y el logaritmo neperiano, ¿para qué sirve? ¿para hacer puentes? prefiero saber pensar. No, de hecho prefiero saber ambas cosas, pero no regodearme de saberlas. El saber no busca especialistas. No se puede perder el norte dejando, por estudiar, otras cosas importantes, como tampoco puedes convertirte en una persona chincheta, de esas que saben mucho de un tema, pero ya no saben nada más. Como decía Platón, se estudia para los demás no para uno mismo; y vivir también enseña. El hombre no es solo razón, tiene que vivir y que sentir. Un hombre sin literatura es un hombre sin sentimientos.
La literatura habla de ti mismo, de lo que te rodea. Te lo cuenta de una forma bella, o quizá no bella, sino solo sorprendente. La cuestión es que te crea expectativas y son las expectativas las que hacen andar al hombre. Es la vida en sueño, y el hombre necesita soñar porque si no se muere.

Así que va a resultar que la literatura es un poco más útil de lo que parecía. Ya no nos centramos en la vida de un autor y su obra, sino que profundizamos en lo sensible de la forma: cómo lo cuenta y para qué.
Saber por qué lloramos cuando leemos una carta. Esa es la clave.



11 oct 2012

Desamor y otros demonios (parte I)


*Nota: Como es una entrada que requiere su tiempo he optado por dividirla en dos para que no se saturen al leerla mis queridos lectores.


Para hablar de desamor primero es necesario saber qué es el amor, dado que es imposible que se dé uno sin el otro.
El amor, por mucho que hayan intentado describirlo numerosos escritores, poetas y demás artistas, sigue siendo un concepto, a mi parecer, abstracto e incomprensible. Según Lope de Vega, es un estado de bipolaridad en el que caen aquellos a los que roza la flecha.

"Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
[...]"

Sin embargo, lo han descrito también como aquella ceguera que solo te deja ver las virtudes del ser amado. A mí ninguna de estas opciones acaba de convencerme demasiado, y es que yo creo que el amor puede incluirse en cada definición que cada autor le dé. El amor es aquello que siente cada uno y cada uno lo expresa y lo describe como lo siente, de manera, que cualquier definición que se dé del mismo podrá considerarse apropiada.
Del desamor, sin embargo, sí que voy a dar una pequeña definición personal: es aquel proceso por el cual vamos asumiendo que el velo de ceguera, bipolaridad, o lo que quiera que fuese que nos cubría, va resbalando poco a poco. Y es que el amor a veces lo matizamos con un engaño del que no deberíamos ser víctimas.

"Huí el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño,
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
[...]"

(Lope de Vega)

Al darnos cuenta del que el velo se cae lentamente, pasamos por varias etapas: saboreamos la amarga tristeza y el impotente cansancio en el que te sumes cuando sabes que, a pesar de haber amado tanto, no has logrado ser amado de igual forma. Sientes la impotencia de saber que quizá seas incapaz de dejar de amar.

"Ay, qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero.
Por tu amor me duele el alma,
el corazón y el sombrero".

(F.García Lorca)


Desamor y otros demonios (parte II)


Pasado este estado, experimentamos un profundo odio hacia la persona amada, quizá creado por la impotencia y la imposibilidad de hacer nada contra ese amor que no siente o simplemente por la necesidad de culpar a alguien del estado de tristeza anterior.
Cuando hemos superado esa etapa, empezamos a volvernos indiferentes y lo miramos todo con ironía, a pesar de que aún nos duela.

"Dices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina
que al compás que se mueve, hace ruido".

(Bécquer)

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, todo el dolor vivido durante las etapas anteriores, el desamor tiene su pequeño lado bueno, como todo. Y es que es la perfecta musa de todas las almas. El desamor, al igual que su complementario, el amor, ha logrado sacar las más bellas obras literarias, pictóricas, musicales y artísticas en general. Te obliga a abrirte puertas para no estancarte en esos tristes estados de ánimo. Y si es algo capaz de hacerte buscar nuevas metas, no puede ser malo del todo.

"Entre morir y no morir
me decidí por la guitarra
[...]".

(Neruda)

El desamor es aquello que te hace aprender y recordar, y es que es el poso de aquello que un día estuvo tan presente.

"Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarse un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos".

(Neruda)


8 oct 2012

El amor es nuestra resistencia

Clase de filosofía. Necesidades del cuerpo, necesidades del alma.
He llegado a la conclusión de que tenemos más presentes las del cuerpo.

La sociedad nos empuja a tener cierta dependencia por las necesidades del cuerpo. Nos preocupamos de comer bien, beber de vez en cuando, comprarnos ropa bonita, y a poder ser cara, tener un poco de sexo...

Tener un poco de sexo. Hoy en día se folla más que se hace el amor.
Yo creo que esto se lo debemos a siglos de represión y prohibición. Hemos terminado haciéndolo tabú completamente. Pero lo gracioso es que cuantas más prohibiciones se le pone al ser humano, más se esfuerza en buscar lo prohibido, y cuando se busca tanto algo acaba convirtiéndose en una necesidad. He ahí el problema.
El sexo está bien de vez en cuando. Sirve para desinhibirse, para calmar las pasiones... pues sí, pero no deja de ser una necesidad del cuerpo. ¿Hemos dejado de lado el amor para sustituirlo por el sexo? Espero que no.
El amor es una necesidad del alma. Te hace pensar, sentir, te abre puertas y si no, ventanas, te obliga a dedicarte al resto y no solo a ti mismo. El amor es el colmo del consumismo por mucho que el día de San Valentín se empeñe en desmentirlo.

¿Qué pasaría si nos quisiéramos todos un poquito más? ya no digo como pareja, me refiero al amor hacia las personas, al altruismo. Seguramente el mundo daría una vuelta de campana y se sorprendería de lo bien que estaríamos.
Lo que nos marchita es no tener amor, y no solo no tenerlo, sino no poder darlo.
El amor mantiene el alma viva, te hace inmortal. Es lo que últimamente se empeñan en conseguir unos cuantos señores ricos, matarnos el alma.
¿Qué pasa si no les dejamos?



6 oct 2012

Por favor, un aplauso

Los niños van de botellón para hacerse los guays. Los viejos van de concierto.

En un autobús grande lleno de voces y risas dos amigos mantienen una interesante conversación sobre futuro y sociedad.
Se reparten las entradas y unos cuantos alumnos del conservatorio se dirigen al auditorio para ver uno de los muchos conciertos que se dan en Valladolid.
Radiantes y ávidos de música rebuscan un asiento, que, a pesar de no ser el suyo, arriesgándose a que les echen en cualquier momento, enfoca mejor el escenario.
Empieza el concierto. Una nocturna serenata de Mozart para empezar y un estupendo concierto de Mendelsson con una increíble violinista llenan la primera parte.
Durante el descanso se comentan las obras, más risas, algo para picar y otra vez dentro.
Una conocida sinfonía también de Mozart protagoniza la segunda parte del concierto. No está nada mal.
Empiezan los merecidos aplausos pero al minuto la gente empieza a levantarse. Los alumnos se miran unos a otros asombrados. Se merecen un aplauso, ¿por qué no se lo dan? Qué extraño, bueno, ellos sabrán...
La orquesta está dispuesta a regalarnos un bis. Bueno, todos esos maleducados se lo perderán. Los músicos se sientan, llega el director y echa un vistazo a la sala. Casi está vacía. Todo el mundo se aglomera en la puerta con ganas de salir.
El director, sin dejar de sonreír, vuelve a irse y la orquesta se levanta y le sigue. ¿Ya no hay bis?
Genial, nos lo hemos perdido todos.

Hay muchos niños que se van a beber solo para presumir de ello. Seguramente no les guste, y puede que hasta les siente mal el alcohol, pero claro, son tan mayores bebiendo, tan importantes, tan guays, que cómo van a privarse de hacerlo.
También hay muchos adultos que van a actividades culturales solo para presumir de ello. Seguramente no les guste, y puede que hasta ni sepan quién es Mozart, pero claro, son tan intelectuales, tan importantes y guays, que cómo se van a privar de ir.

A ver si se les quita a los mayores esa manía de criticar tanto y se miran un poco a ellos mismos.




1 oct 2012

Mis queridos reflejos

Recuerdo cuando nos espiábamos desde los escaparates.

"Oh, voy a aprovechar este paso de cebra para mirarme el pelo", pensamos, "la gente pensará que estoy mirando el vestidito que tiene la tienda, no pareceré para nada pija".
Cuántas veces hacemos eso. Confesad.
Cuántas veces fuimos juntos y miramos nuestro reflejo en los escaparates.

Voy en el bus. Hay bastante gente. Se nota que es domingo y que se aprovechan los viajes impares que hace cada dos horas.
Como de costumbre el 86,39% de los viajeros whatssappean con sus móviles. Miro fuera, suelo elegir ventana. Ya es de noche y el cristal me devuelve la imagen invertida del interior del autobús. Miro a la señora que tengo a mi lado desde allí. Teclea en la extra, mega e innecesaria enorme pantalla de su teléfono táctil. Me fijo mejor. "Chiste del día" pone. Qué triste señora, que tenga usted que descargarse un programa que le cuente un chiste diario para poder reírse de algo cada día.
Miro el móvil de la chica de delante. Me cuesta más visualizar su pantalla. Me coloco en mi asiento. "Te quiero" escribe en su conversación de whatssapp, seguramente que mantiene con un novio. Qué fácilmente se dice "te quiero" en estos tiempos. Con lo que costaba decírselo a unos ojos que albergaban toda una vida. Me pregunto cuántas veces se lo habrá susurrado al oído al chico al que se lo está escribiendo. No me imagino muchas.
Me fijo un poco más allá en un chico que va de pie. También tiene el móvil de la mano. Lo tiene en vibrador.   Cada vez que recibe un mensaje casi ni espera a que termine de vibrar. Tiene que ser algo importante. Bueno, o no tan importante, pero la cuestión es fabricar bobadas importantes para sentirse especial de vez en cuando.
Un señor mayor dormita mientras una y otra vez le despiertan los "guardias tumbaos" y demás baches de la carretera. Despotrica en cada uno cada vez que le hacen abrir los ojos.

Sigo espiando el ambiente a través del cristal hasta que me topo con unos ojos que me miran. Me miran a través de mi cristal. Me han descubierto.