31 mar 2012

Picaportes

Viernes de aproximadamente dos semanas.
[...]
-Venga, pues dime un tema, el que tu quieras, y te hago un poema.
 (silencio premeditado mirando a todas partes, está pensando en decirme lo más difícil que se le ocurra)
-Sobre los pomos de las puertas.




Ay dios mio... qué trabajos más extraños me encargan. Lo bueno es que de todo esto se aprende, y como me vi obligada a dedicarles unos versos a estos curiosos elementos a petición de mi amigo Pablo, también tuve que fijarme en ellos.

Copla de puertas abiertas

Hoy voy a hablarles, señores
de una cuestión importante
que acaricio.
Pues nadie les tira flores
a pesar de su brillante
beneficio.

Los hay redondos, cuadrados,
de formas irregulares,
pequeñitos.
También los hay ovalados,
con diseños triangulares
muy bonitos.

Son autores de porrazos
e instrumentos saca-diente
de los niños
y además de cabezazos
Pérez viene prontamente
por los piños.

Mas dejando salvedades
y excusas sin importancia
les comento
que abren posibilidades
como abren una estancia,
al momento.

Hablo del fiel picaporte,
de los pomos de las puertas
¡Qué ironía!
pensar que a nadie le importe
descubrir sendas abiertas
cada día.


                    Ali.


Bueno, queda demostrado que hasta las cosas más sencillas son vitales, que de los pomos de las puertas se pueden decir muchas cosas y que un poema puede tratar sobre el tema más sorprendente que te puedas imaginar.

27 mar 2012

Sin prisa

Mi padre es un hombre al que le gusta andar despacio.

Caminábamos por la calle. Hacía sol, mucho calor. Me quité la cazadora, mucho más a gusto. Entonces vino ese airecillo y me volví a poner la chaqueta. Primavera.
Cuando voy sola ni siquiera me da tiempo a pensar si tengo o dejo de tener calor, pero cuando vas con mi padre no te queda más remedio que serenarte.




Mi madre es una mujer más bien nerviosa, con demasiadas cosas que hacer, diría yo. Tiene el defecto de ser altruista, que en esta sociedad, solo puede considerarse como una desventaja.
Y digamos que yo soy un mezcla entre ambos tirando más a mi madre.
Cuando paseamos los tres seguimos, aunque nos cueste, el ritmo de mi padre. ¿Por qué nos costará tanto...?
Todas las personas que caminan a nuestro lado, salvo los turistas, parecen molestas del ritmo que llevamos. Intentan adelantarnos de malas formas y, si vienen de frente, ni siquiera se molestan en apartarse un poco, más bien, te dan, a mi parecer, lo más fuerte que pueden en el hombro mientras tu intentas convertirte en papel y pasar de canto por su lado.
La prisa, habría que decirles, no lleva a ningún lado. ¿No decía Napoleón eso de "vísteme despacio que tengo prisa"?
Deberíamos plantearnos por qué vamos por la calle corriendo a todas horas aunque no tengamos cosas que hacer ni lleguemos tarde a ningún sitio. Por favor un poco de calma.
Me sorprendo a mi misma reprochándole a mi padre la lentutud que lleva cuando nos sobra tiempo y me doy miedo. Miedo de meterme en el agujero donde nos llevan a todos a través de un remolino de estrés, consumo, contaminación y egoísmo. Todo mezclado en un puré que nos hacen tragar cada día.
No nos damos cuenta de que pretendemos hacerlo todo tan rápido que no nos da tiempo a sentir que anochece más tarde, que el aire huele a primavera o que ahora las nubes se acuestan de color rosa.
¿Por qué nos molesta tanto andar despacio?
Respóndanse.



26 mar 2012

Esa media sonrisa

¿Por qué habrá personas que sonríen a medias?
Hoy me he puesto a recordar, como dice la canción, a todas esas personas que han pasado por mi vida y que, en vez de sonreirme enteramente, me han dedicado tan solo media sonrisa alzando su comisura favorita.

A veces, cierto es que media sonrisa dice mil cosas más que una completa. 
Puede ser el comienzo de una tímida reacción o de un gesto cariñoso con ánimo seductor. O sencillamente puede que, en ocasiones nos esforcemos por reprimir la alegría que sentimos de repente. Me quedo con lo último, de momento.
Yo no sé por qué, quizá sin darnos cuenta, lo hacemos. Guardamos nuestra alegría en esa media sonrisa que sale insinuante colándose entre nuestros labios sin atreverse a mostrarse del todo.




A mí me gustan mucho. No soy de las que sonríen a medias, pero he de reconocer que me encanta la gente que lo hace. Como ya he dicho, parece que con ese gesto, son capaces de hablarte, de decirte lo que pasa por la mente de: el "esbozador" de sonrisas.
Me gusta encontrármelas. Por la calle, en el instituto, en mi memoria... pero lo mejor, es darse cuenta de que son medias.
Es un sentimiento un poco contradictorio. Por un lado me encanta sorprenderlas de improviso, me hacen pensar por qué no se completan. Sin embargo, por otro lado me dan lástima cuando asoman a esos rostros que se empeñan en no pronunciar toda su alegría. Quizá, las personas que las dejan escapar lo hagan sin darse cuenta, pero seguro, tiene que haber una razón aunque no sea exactamente esa represión.
En fin, a lo mejor es que necesitan que alguien las eche a volar.



24 mar 2012

SEXO

Yo percibo obsesión.
Particularmente en el ámbito eclesiástico.
Noveno mandamineto: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
¿Alguien puede explicarme lo que es para estos señores un pensamiento o un deseo impuro?
Puro: Libre y exento de toda clase de mezcla con otra cosa. Primera definición de la RAE.
¿Eso es a lo que se refieren?, ¿a que no nos mezclemos con nadie?
A mi lo primero que se me viene a la cabeza al oírlo es la marginación de la persona.
Yo no sé por qué hay tanta obsesión con el sexo. Yo solo le veo ventajas: placer, alegría, subida rápida de la autoestima, eliminación del estrés... ¿Por qué vas a evitarlo?



Me sorprendió el otro día que un obispo de Córdoba dijera que en los institutos públicos se inducía a la fornicación. Fornicación, ya la propia palabra da grima, que yo creo que por eso la dicen, pero es que la frase en sí es de locos. Sí que es verdad que yo he visto a gente besarse y abrazarse en los pasillos, pero nadie  ha metido o sacado nada fuera de lo normal. Sin embargo habrá mucha gente que creerá que en los institutos de educación pública se nos inculcan esos horrorosos, inmorales y repulsivos hábitos. En fin, quizá sea una especie de campaña publicitaria para fomentar la educación de pago en los colegios de curas, pero, en este momento, no está el horno para hablar de la privatización educativa.

Yo creo que sencillamente les carcome esa obsesión por el sexo. Igual me llaman depravada pero yo creo que nadie debería privarse de tan maravilloso invento. Dicho más textualmente por una conocida: "Que se pongan a follar ellos y dejen de joder a los demás."





19 mar 2012

Faltan amigos porque sobran medios

Qué pocos amigos tenemos de verdad.
No hablo de colegas ni de compañeros de juerga o conocidos de clase. Hablo de amigos.
Pero creo que hay una cosa más umportante que los amigos:
Desenroscar un papel higiénico por el móvil.


Estoy segura de que esto tiene que ser mil veces mejor que una buena charla con un amigo porque últimamente las frases que oigo por el instituto son del tipo: "¿Tienes ya el juego de los pokemon?"
¿Hola?
Nos hemos convertido en esclavos. Me incluyo porque el otro día me fui a comprar un móvil con Android, con eso del whatsapp y todo el rollo. Me estoy planteando si tirarlo a la basura.
Varios recreos me ha pasado que voy a buscar unas risas amigables y una buena conversación y me encuentro con pulgares atrofiados de teclear botones. Lo peor, es que nos creemos que es imprescindible. ¡Cómo nos vamos a relacionar sin móviles!
El otro día lo hablaba con mi padre. Me decía que los móviles nos han robado la emoción que se sentía cuando ibas a un punto concreto a esperar a alguien sin tener la certeza de si iba a venir o no. No habías acordado nada con un sms o un whatsapp, sencillamente confiabas en que la otra persona acudiera o no al punto de encuentro. Cuando lo veías llegar, la pequeña alegría que te invadía no te la quitaba nadie. Bueno, hasta ahora.
Se supone que ahora podemos estar todo el tiempo en contacto pero a la vez nos falta...contacto. Qué paradoja. Hoy estaba hablando con una amiga por teléfono, el fijo claro, para qué complicarse, ella tiene un móvil del año catapún y creo que incluso no tiene eso de la obsolescencia programada porque le está durando mucho. El caso es que me decía que la gente le recriminaba un poco que no se compraba un móvil nuevo. ¿Para qué quiero otro? me contaba, ¿si éste me va bien? Claro, pensaba yo, es que actualmente si no te renuevas el móvil cada tres meses eres de la prehistoria. Y si ya ni sabes qué modelo es... . Lo primero que me hicieron cuando me encontraron por whatsapp y les conté a mis compañeros que me había comprado un teléfono fue preguntarme que de qué marca y modelo era. Yo no tenía ni pajolera idea y al decírselo me miraban con de esa forma que parece que quieren decirte: Claro, es que tú no entiendes...
Total que he decidido vivir sin móvil esta semana. Lo apagaré y lo meteré en un cajón. Concretamente donde meto todos los aparatos electrónicos, cargadores, pilas...
Faltan amigos porque sobran medios. Así que dicho esto, me dedicaré a recuperar lo que considero más importante y a deshacerme de aquello que considero sin sentido. Pues vaya fiebre que les ha entrado a todos con  los telefonitos. Al fin y al cabo son máquinas sin cerebro y, dejando aparte que me siento de peor humor cuando llevo un rato largo con el móvil, me da la sensación de que la maquinita es un monstruo que, al carecer de cerebro, se empeña en robarme el mio.


18 mar 2012

Érase un principio

Miró una vez más su reloj. Llegaba tarde. Ese autobús cochambroso estaba que se caía. Podían renovar de vez en cuando los metropolitanos. Son como la chusma autobusil, la clase baja que a nadie le importa. Son sucios, feos y viejos. Y además huelen mal. Este en particular debía de tener el motor atrofiado porque, para colmo, hacía un ruido insoportable.
Ya notaba que empezaba a ponerse nerviosa. "Deja de meterte con el pobre autobús", pensó "ya está llegando."
Dando un frenazo poco agradable el maldito trasto paró por fin en frente de la parada. No había nadie. Al menos no había nadie donde debería haber alguien. Ay... qué raro. Qué miedo. Bueno, tranquilidad, se dijo.
Bajó del autobús y se quedó desorientada en meido de la acera. Le pasó eso que nos pasa a todos alguna vez al no saber donde meternos cuando hemos quedado con alguien que aún no ha llegado. Sacó el teléfono, como solemos acabar haciendo siempre. Menú, contactos y... unas manos le rodearon la cintura suavemente. Fue como si pasara a cámara lenta. La caricia, como redonda y amable, la hizo darse la vuelta entra asustada y gratamente sorprendida al descubrir quien era el autor de la misma. Le recorrió un escalofrío. En ese momento la situación se puso tensa. Le echó las manos al cuello y le abrazó, pero esquivó con cuidado su cara para no chocar. Fue divertido. Los dos debieron sonrojarse. Ambos lo sabían y rieron tontamente al descubrirse así. Al fin y al cabo eran niños.



17 mar 2012

"¿Me entiendes?"

Pues sí, suelo entenderlo.
Pues no, pero quizá seas tú el que no se explica.
Qué manía. Me pone nerviosa cuando alguien está hablando contigo y a cada tres frases te pregunta: ¿Me entiendes? o bien: ¿Entiendes lo que te quiero decir?
¡Pero si hasta la frase es malsonante!
Me da la sensación de que, aunque no lo hagan a propósito y seguramente les salga sin darse cuenta, es una manera de quedar como un sabiondo a pequeña escala. Con lo sencillo que es sustituir  la pregunta por: ¿Me explico?  Yo creo que sería una manera muy cortes de preguntar si te ha quedado claro. Da igual si el receptor no lo ha entendido o eres tu el que se ha expresado mal, la cuestión es preguntar de un modo más amable y menos sabelotodo si hace falta volver a explicarse.
Dejando aparte los personajes a los que puede recordarnos la preguntita, añadir al "me entiendes" eso de "lo que quiero decir" ya es el colmo contrapuesto. Si lo QUIERES decir lo dices, no estás preguntando si el otro lo ha entendido o no. No te quedes con las ganas de decirlo, hombre.
En fin, es como esa otra muletilla que utilizamos para autocorregirnos de vez en cuando: ...quiero decir... . En mi opinión sobra. Quiero decir... pues dilo. Lo mismo.
Vamos, que no sé si me entendéis lo que quiero decir.


16 mar 2012

Silencio, por favor.

Últimamente no se escuchan silencios. Yo creo que es porque no les damos demasiada importancia.

El otro día estábamos en clase de latín y se creó uno. Uno de esos silencios insólitos en una clase de bachillerato. Tan inusual fue que la profesora no pudo evitar sorprenderse grata y emotivamente y me sugirió que hiciera un poema sobre lo que podía inspirarme ese silencio.
Me puse a pensar sobre su significado, y me sorprendí descubriendo lo escasos que son. Me refiero a esos silencios en los que se perciben las repiraciones acompasadas y tranquilas, el aliento de los pensamientos que afloran en la estancia donde se cuela esa armonía muda.
Me da la sensación de que el silencio es como una mano amiga que te ayuda a pensar, que te ayuda a encontrar los recuerdos perdidos que los timbres superficiales no te permiten siquiera buscar. Ese apoyo que te aclara los razonamientos que la emotividad mundana no quiere alcanzar.
Parece que nos quitan esos silencios, que nos aturden con ruidos y músicas continuamente. No nos dan ni un respiro para pensar. Es excesivo. 
El silencio es complementario de la música y no podemos permitir que la música se quede coja. Como tampoco podemos permitir que no nos dejen pensar. 
Busquemos silencios, aclaremos nuestras mentes y pensemos, pensemos sin parar.


 El gusto de escuchar lo que pensamos

Se extrañan los silencios hoy en día
y se extraña el sabor de su esperanza,
pues son los que engendraban la añoranza
de un futuro que nadie prometía.

El silencio la mente esclarecía,
descubriendo recuerdos que no alcanza
ni el timbre de la esquiva remembranza,
ni el fulgor del que brota la alegría.

Nos roban el silencio lentamente,
nos hacen olvidar que razonamos
y solo nos recuerdan el presente

sin mencionar siquiera dónde vamos.
Luchemos porque viva eternamente
el gusto de escuchar lo que pensamos.



13 mar 2012

Amar por lujo

Qué suerte tener siempre a quién amar.
Y no me refiero a esas parejas que van a liarse, término, por cierto, de lo más vulgar e incomprensible, a  la plaza y que mueven sus bocas a la par con movimientos rítmicos y repetitivos. No me refiero a esas parejas que después de darse el lote, de tan poca calidad, se separan y casi sin mirarse se marchan sin mediar palabra. Pero tampoco me refiero a esas bonitas parejas que se van diciéndose palabras agradables al oído mientras entrelazan sus manos o discuten a voces para llamarse a la noche y arreglarlo. Hoy me refiero a otro tipo de amor.
 Estábamos comiendo esta tarde una rica menestra de verduras cuando mi padre empezó a hablarnos de un buen amigo suyo. La primera frase que usó para describirlo fue: "Siempre andaba enamorado" y continuó diciendo: "Yo le decía, seguro que son caprichos temporales, pero él siempre hablaba estupendamente de todas las chicas que conocía".
"Pues qué suerte", pensé yo. La verdad que poder enamorarse tan a menudo de alguien tiene que dar gusto. Sobre todo encontrar a alguien con quien te gustaría compartir tu tiempo, tus ideas y sentir que esa persona que conoces puede hacerlo y merece la pena ya debe ser algo gratificante. Encontrar personas que merezcan la pena es bastante difícil. Supongo que cuando te enamoras de alguien es porque esa persona te parece diferente, especial, y encontarla tan a menudo como, al parecer, hacía el amigo de mi padre debe de ser un auténtico lujo. Con razón dice mi madre "te tienes que enamorar por lujo" cuando hablamos de estos temas.
Seguramente mi padre exagerara con su amigo, y seguramente su amigo tuviera ligeras aventuras y no amores profundos, pero fue la expresión que utilizó al describirlo lo que me llevó a pensar lo afortunado que es aquel que ama, independientemente de si es o no correspondido.






11 mar 2012

Anhelos de otoño

Recomiendo escuchar la música que os dejo aquí mientras leéis.



 


El otro día estaba bajando la cuesta de mi casa con un amigo. Solemos venir hablando y riendo la mayoría de las veces. Pues resulta que acababan de podar el seto que hay en la esquina y solo quedaban tres o cuatro hojas secas, ya sin rama. Cuando nos despedimos cogí una sin pensarlo mucho y la estrujé en la mano. Y ese simple gesto me trasportó meses atrás de nuevo. Cuando olía a lluvia, pero no a la de verano, a una fría y húmeda, la lluvia de otoño. Me recordó a la comida caliente, a los fines de semana con sol que había que aprovechar porque eran los únicos días que podías pasear con tus amigos. Los demás eran fines de semana pasados por agua. De esos en que los planes que puedes hacer es ir al cine, sentarte con alguien frente a una gran pantalla y darte cuenta de repente de que esa persona acaba de cogerte la mano. Sonreir a oscuras y acariciar con los tuyos sus dedos mientras la película se convierte en lo menos interesante de la situación. De esos fines de semana perfectos para bailar un rato con tu padre en la terraza, oirle reir mientras nos moja la lluvia y luego entrar a casa y tomar un chocolate calentito. De esos en los que lloras en el regazo de una amiga al contarle algo después de mucho tiempo sin hablar. Fines de semana de esos de tomarse una tacita de leche con miel y canela con la ventana abierta y un rico olor a campo mojado. De esos en los que te toca quedarte a estudiar porque tienes ventiocho exámenes la semana siguiente y no te queda más remedio, pero que tras una dura tarde, alguien te ha enviado algún mensaje bonito o tu madre te ha hecho una cena más rica. Días de ir al conservatorio por los extremos de la calle para no mojarte mucho y darte cuenta de que estás yendo justo por donde caen los goterones y te has empapado el lado izquierdo del abrigo. 






Fines de semana de tormenta, de ver anochecer mientras tocas el violín, de olor a ropa mojada por toda la casa. De esos fines de semana de lluvia, de viento, de frío, de hojas secas que estrujar. De esos que anhelamos al sentir la calidez primaveral de estos días.

10 mar 2012

Clase de magia

A mi la clase de armonía me recuerda a los libros de Harry Potter.
Es como aprender a hacer magia.

 

Me hace gracia cuando le preguntamos algo al profesor y nos responde diciéndonos que eso no nos lo va a explicar todavía porque es peligroso. Pero lo dice de una forma que cualquiera que le oyera diría que si lo haces te estás arriesgando a convertirte en sapo o a volar el conservatorio por los aires.
De igual manera, me encanta cuando nos enseña nuevas lecciones para ampliar nuestros ejercicios. Para que funcionen bien, dice. Y es como si nos dijera que si ponemos cosas que él aún no nos ha explicado el hechizo no va a salirnos bien.

Luego está la sensible, claro. La sensible es como el duende bipolar que tenemos en el hombro. Nos puede ser muy útil si sabemos como domarlo pero puede chafarnos el ejercicio si no lo utilizamos como debemos o sencillamente lo ignoramos. Esto último debe enfadarle bastante porque la pieza musical se queda como coja. Además, estoy convencida de que el duendecillo está ligado de alguna manera  nuestro profesor, porque también se enfada un poquito cuando no lo ve por la partitura.

No me digáis que no es mágico eso de ser tres personas al componer. El que inventa, el que escribe y el que escucha, toma ya. Y resulta que el más importante es el último. 
Va como por niveles. Inventar algo no es muy dificil, para escribirlo ya tienes que saber un poco de música pero para escucharlo, que en un principio debería ser lo facil, tienes que saber si suena o no medianamente bien, o si el tempo es el correcto, las frases...etc.
Yo creo que a veces deben de pelearse estas tres personalidades porque cuando estoy haciendo un ejercicio, el inventor está muy seguro de que lo que se le ocurre es muy bonito y el escritor lo escribe a toda prisa pero luego viene el otro, el señor que escucha y empieza a decir que no suena como el inventor quería que sonase y le echan la bronca al escritor que lo ha escrito que a su vez dice que todo es culpa de quien lo ha inventado. ¿Conclusión? Frustrante.

Estoy completamente segura de que la magia existe. Porque no me negareis lo que se siente a veces cuando al escuchar una melodía te sube una emoción por dentro que te humedece los ojos o un cosquilleo que te quiere hacer reir a carcajadas.
Si unas cuantas notas musicales, que es lo que viene siendo la música, son capaces de hacerte sentir así, tiene que haber algo de magia entre esas líneas llamadas pentagramas.


9 mar 2012

Creo que soy una romántica, afortunadamente.


¿Qué es romanticismo?

                                                      


Clase de filosofía: "Os diría que escribiérais su concepto en un trozo de papel higiénico y ya vería yo lo que haría con él después."
Siempre he tenido la ingenua idea de que romántico era quien enviaba flores a su pareja, escribía poemas de amor y se embobaba con las apabardas pero resulta que es algo un poco más profundo.
  
Al parecer quien es romántico es quien se considera un individuo singular, que se ve diferente al resto del mundo. Y os aseguro que estoy en la edad adecuada para hablar de esto ya que los adolescentes, la gran mayoría, estamos convencidos de que somos unos incomprendidos.
Pero, ¿quién no se ha sentido alguna vez como un perro verde entre la gente?
Cuando hablamos de romanticismo hablamos de uno mismo exclusivamente. Puede parecer un concepto egoista pero no lo es. Romanticismo es lo que te hace pensar de una forma determinada, según los conceptos y sentimientos que vayas aprendiendo y experimentando a lo largo de tu vida. Es en lo que uno se va trasformando poco a poco sin influencias externas que pretendan cambiarle. Eso es romanticismo. Lo contrario podría llamarse realismo. Esa realidad que nos envuelve rodeándonos de monotonía. Esa que está regida por leyes y normas de carácter moral o de cualquier otro caráter impuesto por un puñado de interesados.
Intento una y otra vez definir romanticismo y quizá termine tirándo todo por el váter como me sugiere que haga mi profesor de filosofía, pero creo que puedo llegar a decir que romanticismo es aquella forma de actuar, pero sobretodo, de pensar que rescata al induvidualismo de la informe realidad.
Así que adelante, seamos románticos, porque en mi humilde opinión, es mil veces mejor morir siendo un romántico que morir sin saber quién eres.




7 mar 2012

Humanidad y otras cosas inútiles

Me preguntaron una vez, y no de manera precisamente agradable, que para qué servían el griego y el latín.
En ese momento me quedé en blanco. Y qué rabia me dio no poder contestar a ese ignorante y a otros que me preguntaron después, algo así como: Sin palabras no podrías haberme preguntado, ¿no?

Ahora solo se valora la utilidad de las ciencias. Todo aquello que, en la práctica, sirve para algo, tiene más valor para la mayoría de la gente que el resto. Como digo, en la práctica. Construir un coche, o un hidroavión, o incluso un móvil que te atonte un poco el cerebro, eso es lo que busca el sistema. Pretende convertirnos en autómatas a órdenes de un puñado de personas y desprestigia todo aquello que nos hace pensar: la filosofía, nuestra historia, la geografía, la cultura griega y latina, de la que al fin y alcabo, estamos rodeados... Por supuesto que piensas cuando realizas una  ecuación matemática, pero no me refiero, en este caso, a la forma sistemática de pensar que tiene una mente matemática, sino a aquella forma que nos hace ser personas, ser un individuo concreto y no una calculadora sin más, que es en lo pretenden convertirnos.
Nos van creando una serie de prejuicios para que la sociedad vaya apartando de sí todo lo que pueda lograr separarla de la masa informe de cuerpos sin mente en la que nos convierten poco a poco. Quien pretenda ser un individuo singular, resaltar por sus ideas, su forma de pensar diferente del resto, es tonto, ¿por qué? porque lo dice el sistema. Tócate las narices.
 No estoy llamando tontos a aquellos que estudian ciencias, llamo tonto e ignorante a todo el que piense que las letras no sirven para nada, porque sirven para algo tan obvio como es pensar.




6 mar 2012

Olores y recuerdos

Hmmm...
¡Qué rica me ha sabido hoy la merienda!, debe ser que hacía tiempo que no tomaba leche con galletas.
Se empieza a oler la primavera, con ese olor característico de lluvia cálida. Mientras mastico la galleta se me vienen a la mente un montón de recuerdos. Una merienda igual pero en otro sitio, hace más tiempo del que yo quisiera.
 Me da el sol en la cara y guiño los ojos. Cada uno intenta encontrar la piedra más plana donde poder sentarse lo más cómodamente posible. Esperar a que las galletas se humedezcan en la leche con cacao hasta que estén blanditas y luego tomarlas con una cuchara de plástico amarilla, a saber dónde estará ahora esa cuchara, saborearlas pensando en la historia que contaba mamá cuando te las metía en la leche de pequeña y respirar el olor a resina fresca.
Parece mentira que cosas tan simples se queden guardadas en tu memoria y aparezcan cuando menos te lo esperas mientras estás merendando en la cocina de tu casa. Esos son los pequeños detalles que hay que plasmar. Esos que te engrandecen.