2 oct 2013

Nos hacen falta Quijotes

Hubo una generación en el 98 integrada por una serie de poetas que, descontentos con la situación que sufría la España de la época, adoptaron diferentes maneras de hacerle frente: subversión, evasión e inmersión.
La subversión, la lucha, estar completamente en contra del sistema y de las prácticas que este utiliza para no derrumbarse, fue adoptada por ciertos autores, que tiznaron sus escritos de críticas y sátiras, mostrando su descontento y su oposición, lo que a muchos les costó la vida o el exilio.
Otros decidieron evadirse, lo que no dejaba de ser otra forma de lucha; un espacio donde solo tiene presencia lo que vale dinero merece la pena ser abandonado. De este modo viajaron con sus obras a otros mundos pintados de azul y de exotismo, mundos donde no había cabida para el materialismo y la hipocresía.
Los que adoptaron la inmersión se integraron en sí mismos haciendo un viaje, esta vez interior, hacia su persona. El viaje hacia el infierno que debemos hacer todos, al menos una vez en la vida, para llegar a conocernos.
Cada poeta tenía su forma de rebeldía, ya fuera luchando, evadiéndose o encontrándose a sí mismo, pero todos tenían en común un modelo a seguir: Don Quijote.
Era este un personaje que tanto luchaba contra aquello que le parecía injusto como se evadía, a su vez, creyendo ser un personaje histórico y famoso que debía ser conocido por todos. Quizá esta evasión era una estrategia defensiva contra aquellos que disfrutaban apaleándole con rabia y crueldad antes sus evidentes signos de locura, a pesar de todo, bondadosa.
La sensibilidad de dicho personaje era notable; así como a un burgués lo único que se le ocurre decir tras darle una bofetada a su hijo es "los hombres nunca lloran", nuestro Quijote era capaz de sentir a pesar de ir perdiendo la cordura.
Sin embargo, estar cuerdo o loco en nuestra sociedad tiene muchos matices. Habrá quien prefiera estar cuerdo y poder pisar a quien parece hacer locuras, como nuestro Alonso, a quien las gentes vulgares maltrataban. Pero otros quizá quieran convertirse en Quijotes, estar un poco locos y, quizá, de esta forma, hacer memoria.