28 abr 2012

Si hubiéramos sabido que el amor era esto...

Hace varios dias estábamos un amigo y yo sentados en una mesa hablando de cosas varias.
-Jolines, -me decía- yo también quiero tener problemas de amor.
Un par de semanas más tarde estaba en la misma mesa empapando sus lágrimas en mi jersey.
Si hubiéramos sabido que el amor era esto...


Reconozco que es un tema muy polémico. Se han escrito libros, se han hecho películas, se ha discutido, se ha matado, ha sido algo bueno y algo malo.
Me acuerdo una vez en tercero de la ESO, cuando la profesora de lengua lo sacó a colación y nos preguntó si nos parecía algo bueno o malo. Me hizo gracia porque, en ese momento, una amiga y yo gritamos a coro que nos parecía bueno pero otras dos chicas dijeron lo contrario.
Años más tarde otra profesora me dijo al verme: "¿Llorar por amor?, vamos hombre... ¡llorar por amor es lo más bonito que hay! Lo que daría yo por llorar por amor..."

Pero no vamos a debatir sobre si el amor es algo bueno o malo, eso ya es aburrido, nunca nos pondríamos de acuerdo. Hablaremos desde un punto de vista neutral.

Puede que tarde, pero creo que todos hemos amado alguna vez, de una forma u otra. Amor filial, maternal, paternal, sexual...
Lo increible es que cuando sientes eso que sientes, que no voy a explicarlo porque no sé, y si alguien sabe, que me lo diga, tu forma de ver la vida cambia de alguna manera. A ver, a ver, no cambia de golpe ni empiezas a ver todo rosa o todo negro pero de alguna manera te cambia. Supongo que influye en ese proceso extraño que llaman madurar.
Cuando me pasó a mí, sencillamente me motivé. Empezaron a tener un poco más de sentido las cosas que hacía o decía. Empecé a pensar de otra forma. Y la motivación, que es lo que muchas veces he dicho que le falta a la generación futura, es imprescindible para vivir. Cuando uno sabe realmente lo que le motiva, puede empezar a plantearse cómo ser, que es fundamental. Y al fin y al cabo es lo que hemos venido a hacer aquí, ¿no? encontrarnos, formarnos, gustarnos y vivir, tanto con uno mismo como con los demás.
"Al mundo lo mueve el dinero, a las personas las mueve el amor."

Cuando amas a alguien te esfuerzas por gustarle. Para eso, comunmente, sueles tender a hacerte mejor persona y, cada trompazo que te das con la pared que muchas veces te separa de ella, te sirve para levantarte y buscar otras formas de atravesarla y para pensar que, quizá, no tengas que atravesarla sino ir por otro camino. Al final son esos caminos que recorres los que te van enseñando cosas, los que se van convirtiendo en tu vida. Unos te gustarán menos y otros más, como las asignaturas del instituto, que nunca te gustarán por igual, pero es lo que te va haciendo ser como eres.

El amor puede ser algo malo o algo bueno lo que es seguro es que es una fuerza importante. Una fuerza que logra motivarte, que da vida en todos los sentidos. Al igual que cualquier fuerza se puede usar para bien o para mal, como los cuchillos, puedes partir la comida o matar a alguien. Todo depende de las personas. Lo que está claro es que sin amor, nadie estaría aquí.
Supongo que es otro arma cargada de futuro.

 No cabe duda, lo importante es amar.




23 abr 2012

La banda sonora de las palabras

"A los tontos hará reír y a los listos hará pensar." (Miguel de Cervantes)

Todos nos hemos preguntado alguna vez qué queremos ser cuando seamos mayores, a qué queremos dedicarnos. Yo solía contestarme que me dedicaría a ayudar al mundo. Estaba hecha toda una soñadora, que no está mal del todo, pero supongo que son tiempos dificiles para nosotros.

Antes me costaba mucho saber la profesión que elegiría pero últimamente cada vez la tengo más clara. Me la inventaré. Me dedicaré ha componer música para mis palabras.

No sé si a ustedes les pasa pero a mí me suena música en la cabeza siempre que leo. Según me van contando cosas las palabras yo voy poniéndoles su banda sonora particular.
Quizá los libros deberían venderse con un disco al lado cuya música fuera su banda sonora. Al fin y al cabo un libro es como una película en la que las imágenes y la música las pones tú según vas leyendo, el problema es que a mucha gente le falta imaginación y prefiere ver las películas, donde todo se lo dan hecho, que disfrutar plenamente del libro.

A veces veo una frase en el libro que brilla, que me está llamando para que la lea a toda prisa y la memorice. Me da lástima que se quede ahí. Si a esa frase le pusiéramos música haríamos sentir la emoción de la misma mezclada con el sentimiento que te trasmitiría la propia frase.
A veces le pongo música a mis post porque creo que trasmite el doble.

La música y las letras están relacionadas, no cabe duda, y si no lo están es muy fácil que lo estén con solo intentarlo. Cuando en la comida mi padre me habla de algún poema que escribir siempre me pongo nerviosa y dejo de comer porque no aguanto estar mucho tiempo sin escribir una idea. Supongo que eso se llama motivación, y la música ayuda a que florezca.

Sin embargo, últimamente, como dice mi profesora de latín: nos falta motivación, estamos descafeinados. Fíjense en las crías de las tortugas marinas. Esas pequeñas criaturas tienen primero que salir del huevo, luego desenterrarse, correr hacia el agua con el peligro de todas las aves al acecho y una vez en el agua huír de sus depredadores sin ayuda de nadie. Eso sí que es motivación por vivir. Por eso, si logramos que con la música y las palabras y, en general, todo tipo de arte, que es lo que nos mueve al fin y al cabo, se formen emociones tendremos a personas motivadas para llevar a cabo un cambio, que es lo que hace falta.

Si logramos que la gente aprenda a sentir el mundo mejorará notablemente.



18 abr 2012

Lírica sin receta médica

"Malos tiempos para la lírica."

Cuentan por ahí, que Orfeo bajó a los infiernos por amor y tuvo que dormir al terrible Cancerbero que custodiaba el inframundo. Lo logró cantando acompañado de su lira.





A este mito se le puede atribuir a la perfección eso de "la música amansa a las fieras". Además, del instrumento preferido del susodicho, deriva la palabra lírica y es aquí donde entramos en todo el embrollo.
Hace poco una amiga escribió por ahí algo sobre la poesía y sus síntomas. Hablaba de ella como lo que es, una enfermedad, contagiosa muchas veces. Me hizo gracia llegar al día siguiente a clase de griego y descubrir que la lyrica es un medicamento contra la ansiedad generalizada. Inmediatamente relacioné la enfermedad de la que hablaba mi amiga con el remedio que otorgaba la misma. Curioso que se llame lyrica, ¿no?
Relacionemos. La música amansa a las fieras, la poesía es una enfermedad y la lyrica es un medicamento contra la ansiedad. Por si fuera poco, Orfeo tocaba la lira y era quien dormía a las fieras.

La palabra lírica mezcla la música de la lira de este personaje con los poemas que cantaba el mismo, de modo que solo nos queda añadir que la lírica aúna los sentiemientos del poeta con las notas que salen del instrumento que toca. Es perfecto.
Son malos tiempos para la lírica, está desprestigiada últimamente. La lírica y todo lo referente al arte. Pero hablando de la lírica en particular, yo creo que no se le da suficiente importancia. Ahora bien, si con unas notas y unos versos Orfeo fue capaz de dormir al más terrible perro del que se ha hablado nunca, querrá decir que algo de importancia tiene. Pensando un poco, a lo mejor le han puesto ese nombre al medicamento porque actúa como calmante.
De una forma u otra a algunas personas les vendrían bien unas cuantas dosis de lírica. Seguro que se calmarían y, en el mejor de los casos, incluso quizá escribieran algún soneto, pero eso ya es mucho suponer.
Son malos tiempos para la lírica pero la parte buena de todo esto es que hay personas que sí se dan cuenta de que no está pasando por su mejor momento y solo el hecho de darse cuenta ya la va ayudando a salir del bache.
Es impotante. Te ayuda a pensar y a sentir. Muchas veces no sabemos lo que sentimos y una buena forma de avereriguarlo es expresándolo. Por eso a veces, cuando hago de psicóloga con mis amigos, les obligo a que intenten expresar lo que sienten y creo que les ayuda bastante y les aclara las cosas. Supongo que teniendo las cosas claras te conviertes en una persona mucho más calmada.

Así que, por favor, nunca viene mal alguna que otra dosis de lírica. Aprovechen, que no hace falta receta.

16 abr 2012

La música es un arma cargada de futuro

Qué frío hace hoy, parece mentira que estemos en abril. Tampoco el lugar está muy caldeado, pienso yo mientras saco el atril. Venga, el violín, la almohadilla, tensamos los arcos... realmente es como prepararse para la lucha. Desenfundamos las armas y al ataque. La victoria solo se consigue si logramos que brote la música dentro de nosotros.





Empezamos a tocar. Los dedos están fríos y se nota. No damos una, pero bueno, se sobrelleva el ensayo la primera media hora y empieza a sonar algo. Luego llegan los pasajes. Los malditos pasajes que gritan a los cuatro vientos lo mal que salen. Los violines a partir de cierta tesitura, nos arriesgamos a tener fama de gato atropellado si no cuidamos un poco nuestra técnica. Total que nos vemos obligados a reorganizar nuestro ejército y nos dividimos en dos partes. El flanco derecho se queda luchando contra los pasajes y el resto del ejército sigue enfrentandose a lo que queda de obra.
Poco a poco las notas se van limpiando y en el desolado campo de batalla empiezan a salir brotes de hierba. Todo hay que pulirlo pero se ha mejorado con creces.
En el flanco izquierdo las cosas tampoco van mal así que decidimos rearmarnos y tras una breve tregua continuamos la batalla.
El ensayo prosigue, vamos creciendo poco a poco, bailamos con nuestros instrumentos, vamos creando esa sensación tan gratificante dentro de nosotros. Menuda explosión en los compases de máxima intensidad de la obra, me da la sensación de que en cualquier momento la bomba de relojería que estamos conteniendo nos va a hacer volar a todos por los aires.
No están todas las notas afinadas y ni de refilón sale para concierto pero hemos logrado tocarla de arriba abajo.
Increíble.
Todavía resuena el último acorde en la habitación que nos envuelve con su olor a boli. Nos miramos entre nosotros. Se crea ese silencio de entre los aplausos y el final de la obra. Por supuesto no hay aplausos, pero nada más pasar ese espacio de tiempo empezamos a hablar como locos. Tenemos mil ideas que se nos vienen a la cabeza para ensayar o hacer un concierto aquí o allá. Al parecer estamos deseosos de que nos desalojen de todos lados con tal de que sepan que existimos. La adrenalina se palpa y la euforia se huele. Todos pensamos que todavía nos queda muchísimo trabajo, pero somos incapaces de controlar el placer que nos provoca tocar.

Igual que una droga nos engulle, nos obliga a seguir tocando aunque nos duela todo el cuerpo por culpa de las incomodísimas sillas verdes. Oímos nuestras voces mezcladas con las notas que tocamos despistadamente mientras elevamos el tono de voz. Esto sí que es disfrutar de la música.

Yo creo que hemos ganado la batalla.
Yo creo que la música también es un arma cargada de futuro.


14 abr 2012

Vamos a dar un paseo.

Mi padre tiene una arruga muy marcada entre ceja y ceja. Yo siempre pensé que era por la acumulación de enfados.




En los metros de Madrid se suele saber en qué está pensando la gente solo con fijarse un poco.

Salgo de casa. Creo que llueve. Sí, llueve, pero bueno, me pongo la capucha. Espero al autobús mientras me caen los goterones del tejadito de la parada. Precisamente cuando miro arriba me cae el más grande en todo el ojo.
Subo. No me queda saldo en la tarjeta y unas cuantas personas cercanas al conductor, que me mira levantando una ceja, se vuelven también al oír el pitidito.

Me siento. Una mujer con gafas de sol me mira mientras escribo una frase en mi libreta. Cree que no la estoy viendo y no se corta en observar todos mis movimientos. Qué hará con gafas de sol si está lloviendo...

Ahora camino por la acera. Unas amigas que se han puesto de acuerdo para llevar las mismas horribles botas me miran de arriba abajo. No sé, será porque yo llevo cada zapatilla de un color.
Me cruzo con un padre y un hijo. Tienen el mismo gesto y la misma forma de hablar, son graciosos. Una pareja en un coche aprovecha para besarse en un semáforo. Cruzo el paso de cebra y me encuentro con otra pareja, de ancianos. Él lleva el paraguas y la rodea a ella por los hombros. Más allá hay un chico con la chaqueta desabrochada al que el aire le está recorriendo cada rincón de su cuerpo. Tiene el ceño fruncido con cara de malo y es que él es muy machote pero se está helando de frío. Tuerzo la esquina y bajo la calle. Unas amigas que gritan como posesas lo que se han comprado la tarde anterior pasan a mi lado exhibiendo sus impresionantes escotes. Entre los gritos y el viento van a quedarse sin voz. También me cruzo con una señora que arruga la frente, deben de molestarle las gotas en la cara. Sonrío al acordarme de algo y otra mujer me mira extrañada desde un bar. Un señor escupe. Quizá es de esos que luego se quejan de quienes no recogen las cacas de sus perros. Una niña llora porque su madre no le ha comprado golosinas al pasar por el quiosco. Una chica me mira al pasar a su lado. Va maquillada pero no demasiado, quizá es que no quiere que él lo note. Está nerviosa, seguramente ha pensado mucho en cómo iba a arreglarse para no ir ni muy artificial ni excesivamente natural. Una madre con tacones y el pelo planchado presume de hijito bebé mientras habla por el móvil. "Eso no es una mamá." Dos viejecitos se dan la mano. Otro señor mayor pasa raudo en bicicleta. Es gracioso ver los cuatro pelillos blancos que tiene en la cabeza agitarse con el viento. Un chico con cresta y pendiente que lleva un chandal blanco fosforescente pasea a su perro. Detrás va quien parece ser su novia que tiene el ceño fruncido y se abraza con los brazos. A lo mejor es que quien debería abrazarla no la abraza. Dos niños suben la cuesta en bici. Uno se cansa pero para que el otro no lo note le dice que resbala con la lluvia. El otro se medio ríe de él pero también se baja aprovechando el cansancio de su amigo para descansar también. Una señora madura viene de la compra. Las bolsas casi se desbordan y resopla al subir. Un grupo de hombres me miran desde un bar rodeados de humo. Una pareja camina a mi lado. Ella habla como una cotorra y él la mira pero yo creo que en vez de escucharla está pensando en lo bonita que tiene la oreja, la mejilla, o el rizo que se le forma en la sien con la humedad.

Por fin llego a su casa. Llamo al telefonillo y me contesta su padre, parece extrañado de oírme. No puedo evitar acordarme de mi paseo al subir en el ascensor. Y me sorprendo frunciendo el ceño. Qué daño, creo que llevo todo el tiempo con ese gesto.

Ahora ya sé por qué mi padre tiene esa arruga en la frente. No es de estar enfadado, tan solo es de observar el mundo.

12 abr 2012

La tontuna de las moscas

Las moscas son como las personas, si no tienen motivación se atontan.




-A veces siento que me cuesta hacer amigos.
-Yo me siento sola, pero no porque me cueste hacer amigos, sino porque no encuentro amigos que hacer.

Después de recoger la cocina vi a ese pequeño insecto detrás del visillo. Maldito bichejo, qué pesado, todo el día molestando. Ni siquiera estaba volando. Cogí el paño de cocina y le arreé un pañoletazo a la ventana tan fuerte que incluso se soltó el visillo. No di a la mosca, pero ni siquiera echó a volar.

A las personas nos falta motivación.

- ¿Por qué estudias?
- Porque quiero hacer la carrera, por qué va a ser...
- Y ¿para qué vas a hacer una carrera?
- Pues para sacarme un trabajo, ganarme la vida.
- ¿Ganarte la vida? La vida no se gana, la vida ya la tienes.

Yo creo que si me ofrecieran poder aprender durante toda la vida lo haría. En mi opinión, lo que falla en esta sociedad es la poca costumbre que tenemos de pensar. Es más, no pensamos porque no sabemos. Debe ser que le tengo mucha manía a todo eso de las nuevas tecnologías, pero estoy casi convencida de que algo tienen que ver con el retroceso mental de las personas. Antes cuando quedabas con un amigo no costaba hablar. No era preciso sacar una conversación, la conversación brotaba sola. ¿Qué ha pasado ahora?
Prácticamente hemos llegado al punto en el que los silencios que se generan en las charlas de los amigos, que antes ni siquiera se notaban, se perciben más que nunca.

A mí las personas que me gustan son las que me hacen pensar. No se puede pasar la vida en una pecera para acabar en una bolsa de plástico. Hay que aprender a perseguir las estrellas, aprender a pensar, tener un motor que te mueva.
Me da la sensación de que lo que quieren hacer de nosotros son máquinas. Estudiar una carrera para trabajar, para ganar dinero para consumir y volver a trabajar para poder ganar más dinero para lo mismo. Y ¿qué pasa con los amigos? ¿para qué servirían en un mundo así?

Les contaré una especie de historia que le oí el otro día a mi madre.

"Estaba un hombre tomando el sol sobre su barca. Tenía alrededor unos cuantos peces y, con una sonrisa en la boca, cerraba los ojos.
Llegó un honorable hombre de ciudad y le dijo:
- ¿Cómo no pesca más peces?
-¿Pa' qué?-le contestó el pescador.
-Hombre, pues si usted pescara más podría vender más y ganar más dinero.
- Ya. Y ¿pa' qué?
-Pues así podría comprarse una barca mejor y más grande y pescaría mucho más pescado.
- Sí. ¿Y qué?
- Al tener una barca mayor y más cantidad de pescado tendría más material para vender y ganaría mucho más dinero.
-Sí pero ¿y qué?

Al cabo de un rato el empresario se cansó de la impertinencia de aquel hombre y le dijo:
-Pues hombre, así podría descansar en paz.
A lo que el pescador contestó:
-Pues ya estoy descansando"

He llegado a la conclusión de que es verdad que todos somos erizos en la vida, pero generalmente sin elegancia.


11 abr 2012

Hoyuelos

Los hoyuelos son de las cosas más bonitas que hay.




Una buena amiga siempre me dice que tiene envidia de mis hoyuelos. Bueno, más bien de mi hoyuelo, ya que solo tengo uno. No suelo mirármelo mucho y no soy vanidosa, pero reconozco que es algo muy bonito.
Cuando alguien va por la calle, sonríe y aparecen dos hoyuelillos en sus mejillas me entran ganas de sonreir a mí.
Luego están esas personas que, como yo, tienen solo uno, concretamente en el lado izquierdo de la cara. A lo mejor es porque se caracterizan por sonreir solo a medias, con esa media sonrisa quizá.

De una manera o de otra siempre tiene algo de encantador ver un hoyuelo en la mejilla de alguien. Esos bebes rechonchetes que te miran y se ríen por cada arruga de tu cara y se les marcan dos pedazo de hoyuelos impresionantes en los mofletones, o en esas caritas suaves de los niños de cinco años a los que se les han caído los paletos y te sonríen solo para enseñarte su mellada dentadura pero que tú, sin embargo, solo eres capaz de fijarte en sus hoyuelos. También está esa cara conocida que no quiere reírse y vuelve la cabeza cada vez que tiene que soltar una carcajada pero al final renuncia y te sonríe a la cara enseñándote en todo su esplendor su maravilloso hoyuelo izquierdo.

No he podido por más que dedicarles unos versos a estas maravillas.

El hoyuelo

El hoyuelo es el bufón
que dice si la sonrisa
se esboza solo con prisa
o por alguna razón.

Asoma sin ton ni son
y como una fresca brisa
perfuma toda la risa
que llega hasta el corazón.

Algunos van a la par,
otros van en solitario
pero siempre en su lugar.

Hoy son detalle diario
pues me los crucé al azar
y surgió algo literario.

8 abr 2012

El placer sexual de la manzana

Las manzanas son erógenas. Estoy segura. Hoy me he comido una a la cena. Hacía tiempo que no me tomaba una buena manzana roja. Qué bien me ha sabido.





Una manzana, partirla a la mitad, luego en cuatro partes, quitarle las pepitas, cortarla otra vez en cachitos e írtelos comiendo poco a poco... ha sido lo más gratificante de hoy. Incluso me ha producido algún que otro escalofrío de placer. En serio confirmo que las manzanas deben de tener algo especial.
Para empezar una manzana fue la causante de que la raza humana se esté pudriendo fuera del paraíso terrenal, fue también la culpable de la guerra más famosa de Homero, fue la que mató a la princesita más hermosa del reino y también es la protagonista de una conocidísima marca tecnológica, vamos, que las manzanas son famosas, y son famosas por alguna razón.

He recogido datos. La manzana por su forma esférica remite con frecuencia la noción de eternidad, de ahí las famosas manzanas del jardín de las hespérides, que simbolizaban la inmortalidad. Resulta que es también el símbolo de la fecundidad, así como del amor en caso de que sean coloradas, en fin que la frutita es más compleja de lo que imaginábamos.

Me encanta el olor a manzana que hay en Asturias. Como a los asturianos les gusta tanto la sidra, vas por los caminos oliendo a manzanas en descomposición. A ver, este hedor en particular no es muy agradable, el que sienta bien es el de las manzanas fresquitas recién caídas del árbol, o el del zumo que te tomas mientras esperas que empiece una obra de teatro, esos son los pequeños placeres que te produce esta fruta

Pero con el placer que me quedo, din duda, es ese cercano al orgasmo que te produce cuando la saboreas a conciencia. Creo que comeré manzanas más amenudo.

Les dejo ahora un curioso vídeo que nos gusta mucho a un amigo y a mí. No tiene nada que ver con manzanas pero es curioso saber de dónde podemos sacar las frutas más jugosas para hacer el más exquisito guacamole. Disfruten.

6 abr 2012

La edad del "y por qué"

Paseamos por la calle, todo está atestado de gente camino de los museos, los bares, los metros... Una niña con un lacito en la cabeza camina delante nuestro de la mano de su elegante mamá.
La acera es estrecha, inevitable tropezar con un pie descalzo y sucio de alguien que duerme en la calle.

"¿Por qué no lleva zapatos?" La madre obvia la pregunta de su hija y le responde cualquier cosa mientras cruza la calle. "Ya mamá, pero, ¿por qué no lleva zapatos?" vuelvo a oír.




Delante de una foto una niña pequeña mira una mujer triste con un niño famélico llorando en sus brazos. La niña los mira con ojos grandes. Su madre la sostiene entre los brazos mientras observa también la imagen. De repente surge la pregunta:
- ¿Por qué llora el niño, mamá?
La mujer mira a su hija. Qué difícil es contestar a esos ojos tan llenos de curiosidad.
-Porque tiene hambre.-le contesta al fin. Pero la retaíla de preguntas no ha hecho más que empezar.
-Y ¿por qué tiene hambre?
-Porque su mamá no le da de comer.
-Y ¿por qué no?
-Porque no tiene nada.
-Y ¿por qué no tiene nada?
-Porque es pobre.
-Y ¿por qué es pobre, mamá?

Y así, el ser más inocente del mundo se encuentra cuestionando a su madre sobre el problema mundial. Una pregunta que ninguna madre sabría contestar a su hija de cuatro años.
  Todos pasamos por esa edad. La edad en la que nos volvemos curiosos y en la que queremos saberlo todo. Pasados esos años, volvemos a ser personas a las que solo nos interesa lo que nos incumbre y solo nos preocupamos por lo justo. No. Ojalá nos preocupáramos por lo que es realmente justo, pero la edad del "y por qué" es demasiado corta y, en esta sociedad, los niños crecen cada vez más deprisa.

4 abr 2012

Llueve sobre mojado.


Les recomiendo que hagan lo de la última vez que añadí un vídeo.



Las tres corren mientras se ríen. Se paran, cogen aire y vuelven a reír.
Le chorrea agua por la cara. El maquillaje debe de estar dejándosela preciosa...
Aún siguen echándole en cara lo que ha hecho, pero con risas. Mejor así.




Los dos corren mientras se ríen. Se paran, cogen aire y vuelven a reír.
Se miran, él le deja su chaqueta, ella solo se deja. Siguen corriendo, les chorrea agua por la cara, por el pelo, por la boca, por las sonrisas...
Llegan a unos soportales, él la coge por la cintura la mira, sonríe. Sus ojos más brillantes que nunca reflejan toda esa lluvia fresca, limpia. Ella le sonríe. Esas gotas de lluvia atraviesan su comisura y se cuelan en su boca suavemente. Él las mira. La lleva fuera, vuelven a caer gotas sobre ellos. Ella le rodea el cuello, están cada vez más juntos. Un roce, un cosquilleo, una sonrisa de dos casi fundida en uno, unas gotas que intentan colarse en dos bocas que no pueden separar.
Una señora protesta porque no hay sitio para tres en la calle. Se apartan pero se niegan a separarse. Qué patosos, pero se ríen.
Están solos. Quién va a pasear por allí con lluvia un día de diario. Solo él, ella y la lluvia, testigo de esos roces únicos, solo de aquel día.
Se separan, se miran, en sus pestañas están tendidas gotas de lluvia. Un parpadeo y caen todas de golpe, otro parpadeo y vuelven a mirarse, otro parpadeo, ella apoya su mejilla mojada en el cuello de él, él la estrecha fuerte, otro parpadeo y los ojos cerrados. Se quedan así, envueltos en la lluvia, solos, juntos, solos...



Un abrazo, ese abrazo, un abrazo que se quedará prendido en sus memorias como las gotas de sus pestañas, como la lluvia de sus comisuras, como las sonrisas húmedas, como las risas empapadas, como los mechones chorreantes, como los puntitos más oscuros que han empapado los pantalones, como la primavera de cada año. Un abrazo con nombre y apellido.

Otro parpadeo y está en la Gran Vía. Las tres.
Parece que llueve sobre mojado.

3 abr 2012

Mi taza de vaca

No utilizo mi taza de vaca porque tengo miedo de gastarla.

Hoy al acabar de cenar quise hacerme un vaso de leche. Fui al armario y había tres tazas, lo que quería decir que el lavaplatos estaba limpio y que habría que recogerlo..., bueno, entre esas tazas estaba mi taza de vaca. No me lo pensé, nada más verla me di la vuelta y cogí una del lavavajillas. "No la uso porque se gasta" me encuentro pensando. Mira qué cosas más curiosas tenemos a veces los humanos, tenemos como una taza preferida que no queremos gastar.



(¿Apreciaréis que está temblequeando?, un pequeño detalle, supongo...)


Me hace mucha gracia cuando en casa de Rocío cada uno tiene su vaso. "Ni se te ocurra coger el de mi hermana", me dice. Desde luego no me atrevo porque la última vez que lo cogí, Leire se sentó a la mesa y dijo: "Quién tiene mi vaso..." y su tono no inspiraba mucha calma.
Rocío se ríe de mí, porque, evidentemente, no distingo de vasos y siempre cojo el que no me pertenece.
Sin embargo, esto no solo pasa con los vasos. La mesita de noche de su padre tiene unos cuantos trastos encima, como toda mesita de noche que se precie, total que el hombre es capaz de averiguar si has movido de sitio la más mínima mota de polvo. Como soy muy hábil un día se me cayó encima el cable del ordenador. Rocío se escandalizó. "Ya lo descolocaste, ya verás, lo va a notar..."
Como parecía nerviosa yo intenté tragarme la risa.

Pero bueno, a lo que voy es que me sorprende que guardemos cierta manía o cierto cariño a determinados objetos de lo más cotidiano. ¿Nunca os habéis preguntado qué salvaríais de la casa si hubiera un incendio? Llamarme rara pero yo sí. El violín, a Ribucio, quizá a mi taza... Pero cada vez se te van ocurriendo más cosas y te das cuenta de que no te caben en los brazos.

Luego están también las cosas a las que guardas cariño por lo que han durado y por el enorme uso que le has dado.
No quiero hacer publicidad subliminal pero mis cucharas amarillas de Blevit siempre me encantaron. Hasta en la ESO seguía merendando con ellas. Me acuerdo de la desolación que sentí cuando mi madre me dijo que se había roto la última. Todos le teníamos mucho aprecio, así que pegamos los dos pedazos con Superglue, y aunque no he vuelto a usarla para comer, al menos la conservo.
Ahora es ese adorno del recuerdo que se guarda en la memoria.