12 abr 2012

La tontuna de las moscas

Las moscas son como las personas, si no tienen motivación se atontan.




-A veces siento que me cuesta hacer amigos.
-Yo me siento sola, pero no porque me cueste hacer amigos, sino porque no encuentro amigos que hacer.

Después de recoger la cocina vi a ese pequeño insecto detrás del visillo. Maldito bichejo, qué pesado, todo el día molestando. Ni siquiera estaba volando. Cogí el paño de cocina y le arreé un pañoletazo a la ventana tan fuerte que incluso se soltó el visillo. No di a la mosca, pero ni siquiera echó a volar.

A las personas nos falta motivación.

- ¿Por qué estudias?
- Porque quiero hacer la carrera, por qué va a ser...
- Y ¿para qué vas a hacer una carrera?
- Pues para sacarme un trabajo, ganarme la vida.
- ¿Ganarte la vida? La vida no se gana, la vida ya la tienes.

Yo creo que si me ofrecieran poder aprender durante toda la vida lo haría. En mi opinión, lo que falla en esta sociedad es la poca costumbre que tenemos de pensar. Es más, no pensamos porque no sabemos. Debe ser que le tengo mucha manía a todo eso de las nuevas tecnologías, pero estoy casi convencida de que algo tienen que ver con el retroceso mental de las personas. Antes cuando quedabas con un amigo no costaba hablar. No era preciso sacar una conversación, la conversación brotaba sola. ¿Qué ha pasado ahora?
Prácticamente hemos llegado al punto en el que los silencios que se generan en las charlas de los amigos, que antes ni siquiera se notaban, se perciben más que nunca.

A mí las personas que me gustan son las que me hacen pensar. No se puede pasar la vida en una pecera para acabar en una bolsa de plástico. Hay que aprender a perseguir las estrellas, aprender a pensar, tener un motor que te mueva.
Me da la sensación de que lo que quieren hacer de nosotros son máquinas. Estudiar una carrera para trabajar, para ganar dinero para consumir y volver a trabajar para poder ganar más dinero para lo mismo. Y ¿qué pasa con los amigos? ¿para qué servirían en un mundo así?

Les contaré una especie de historia que le oí el otro día a mi madre.

"Estaba un hombre tomando el sol sobre su barca. Tenía alrededor unos cuantos peces y, con una sonrisa en la boca, cerraba los ojos.
Llegó un honorable hombre de ciudad y le dijo:
- ¿Cómo no pesca más peces?
-¿Pa' qué?-le contestó el pescador.
-Hombre, pues si usted pescara más podría vender más y ganar más dinero.
- Ya. Y ¿pa' qué?
-Pues así podría comprarse una barca mejor y más grande y pescaría mucho más pescado.
- Sí. ¿Y qué?
- Al tener una barca mayor y más cantidad de pescado tendría más material para vender y ganaría mucho más dinero.
-Sí pero ¿y qué?

Al cabo de un rato el empresario se cansó de la impertinencia de aquel hombre y le dijo:
-Pues hombre, así podría descansar en paz.
A lo que el pescador contestó:
-Pues ya estoy descansando"

He llegado a la conclusión de que es verdad que todos somos erizos en la vida, pero generalmente sin elegancia.


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