"A los tontos hará reír y a los listos hará pensar." (Miguel de Cervantes)
Todos nos hemos preguntado alguna vez qué queremos ser cuando seamos mayores, a qué queremos dedicarnos. Yo solía contestarme que me dedicaría a ayudar al mundo. Estaba hecha toda una soñadora, que no está mal del todo, pero supongo que son tiempos dificiles para nosotros.
Antes me costaba mucho saber la profesión que elegiría pero últimamente cada vez la tengo más clara. Me la inventaré. Me dedicaré ha componer música para mis palabras.
No sé si a ustedes les pasa pero a mí me suena música en la cabeza siempre que leo. Según me van contando cosas las palabras yo voy poniéndoles su banda sonora particular.
Quizá los libros deberían venderse con un disco al lado cuya música fuera su banda sonora. Al fin y al cabo un libro es como una película en la que las imágenes y la música las pones tú según vas leyendo, el problema es que a mucha gente le falta imaginación y prefiere ver las películas, donde todo se lo dan hecho, que disfrutar plenamente del libro.
A veces veo una frase en el libro que brilla, que me está llamando para que la lea a toda prisa y la memorice. Me da lástima que se quede ahí. Si a esa frase le pusiéramos música haríamos sentir la emoción de la misma mezclada con el sentimiento que te trasmitiría la propia frase.
A veces le pongo música a mis post porque creo que trasmite el doble.
La música y las letras están relacionadas, no cabe duda, y si no lo están es muy fácil que lo estén con solo intentarlo. Cuando en la comida mi padre me habla de algún poema que escribir siempre me pongo nerviosa y dejo de comer porque no aguanto estar mucho tiempo sin escribir una idea. Supongo que eso se llama motivación, y la música ayuda a que florezca.
Sin embargo, últimamente, como dice mi profesora de latín: nos falta motivación, estamos descafeinados. Fíjense en las crías de las tortugas marinas. Esas pequeñas criaturas tienen primero que salir del huevo, luego desenterrarse, correr hacia el agua con el peligro de todas las aves al acecho y una vez en el agua huír de sus depredadores sin ayuda de nadie. Eso sí que es motivación por vivir. Por eso, si logramos que con la música y las palabras y, en general, todo tipo de arte, que es lo que nos mueve al fin y al cabo, se formen emociones tendremos a personas motivadas para llevar a cabo un cambio, que es lo que hace falta.
Si logramos que la gente aprenda a sentir el mundo mejorará notablemente.
El arte nos enseña a sentir y los sentimientos se aprenden y perfeccionan en el arte. Esta sociedad necesita con urgencia un aprendizaje de la sensibilidad. En lugar de esa motivación, la que manda es la de hacernos competitivos para consumir más y consumarnos como personas sensibles un poco más cada vez.
ResponderEliminarEs el valor que nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social. Eso podría ser la sensibilidad.
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