16 abr 2012

La música es un arma cargada de futuro

Qué frío hace hoy, parece mentira que estemos en abril. Tampoco el lugar está muy caldeado, pienso yo mientras saco el atril. Venga, el violín, la almohadilla, tensamos los arcos... realmente es como prepararse para la lucha. Desenfundamos las armas y al ataque. La victoria solo se consigue si logramos que brote la música dentro de nosotros.





Empezamos a tocar. Los dedos están fríos y se nota. No damos una, pero bueno, se sobrelleva el ensayo la primera media hora y empieza a sonar algo. Luego llegan los pasajes. Los malditos pasajes que gritan a los cuatro vientos lo mal que salen. Los violines a partir de cierta tesitura, nos arriesgamos a tener fama de gato atropellado si no cuidamos un poco nuestra técnica. Total que nos vemos obligados a reorganizar nuestro ejército y nos dividimos en dos partes. El flanco derecho se queda luchando contra los pasajes y el resto del ejército sigue enfrentandose a lo que queda de obra.
Poco a poco las notas se van limpiando y en el desolado campo de batalla empiezan a salir brotes de hierba. Todo hay que pulirlo pero se ha mejorado con creces.
En el flanco izquierdo las cosas tampoco van mal así que decidimos rearmarnos y tras una breve tregua continuamos la batalla.
El ensayo prosigue, vamos creciendo poco a poco, bailamos con nuestros instrumentos, vamos creando esa sensación tan gratificante dentro de nosotros. Menuda explosión en los compases de máxima intensidad de la obra, me da la sensación de que en cualquier momento la bomba de relojería que estamos conteniendo nos va a hacer volar a todos por los aires.
No están todas las notas afinadas y ni de refilón sale para concierto pero hemos logrado tocarla de arriba abajo.
Increíble.
Todavía resuena el último acorde en la habitación que nos envuelve con su olor a boli. Nos miramos entre nosotros. Se crea ese silencio de entre los aplausos y el final de la obra. Por supuesto no hay aplausos, pero nada más pasar ese espacio de tiempo empezamos a hablar como locos. Tenemos mil ideas que se nos vienen a la cabeza para ensayar o hacer un concierto aquí o allá. Al parecer estamos deseosos de que nos desalojen de todos lados con tal de que sepan que existimos. La adrenalina se palpa y la euforia se huele. Todos pensamos que todavía nos queda muchísimo trabajo, pero somos incapaces de controlar el placer que nos provoca tocar.

Igual que una droga nos engulle, nos obliga a seguir tocando aunque nos duela todo el cuerpo por culpa de las incomodísimas sillas verdes. Oímos nuestras voces mezcladas con las notas que tocamos despistadamente mientras elevamos el tono de voz. Esto sí que es disfrutar de la música.

Yo creo que hemos ganado la batalla.
Yo creo que la música también es un arma cargada de futuro.


2 comentarios:

  1. Sí, sin duda. La sensibilidad es un arma cargada de futuro. Un escudo anticlón, en esta guerra de los clones en la que nos toca vivir. Y para ti, además, un porqué vital. Ánimo ánimo,ánimo. Y adelante.

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