24 sept 2012

La sufrida vida del lapicero

Había que dedicarle alguna cosilla a un instrumento tan importante y cotidiano en nuestras vidas como es el lápiz. Sagrado lapicero que tanto has soportado.
Si nos paramos a pensar lo tratamos francamente mal desde el mismo momento en el que nos lo ponen en nuestras manos. Para luego lo que nos ayudan ellos... Así que me he molestado en hacer una modesta coplilla en su honor.

El lapicero

En el colegio, el infante,
con lápiz y pulso diestro
ha estrenado
sus letras de principiante
en un texto que el maestro
le ha dictado.

Lo aprisiona con los dientes
y lo barniza de babas
sin clemencia
y en las fauces de docentes
el lapicero agoniza
de impotencia.

Con el mismo a flor de oreja,
sudoroso, el codicioso
vendedor
hace a la cuenta la vieja
la factura de un ocioso
comprador.

Borra, escribe y se equivoca,
la punta se va gastando
poco a poco
y ese desgaste provoca
que el hombre lo esté afilando
como un loco.


Su vida pasa en carrera
y después no queda nada
¡pobrecito!
Solo un trozo de madera
y una mina despuntada
de grafito.


El lápiz deja que borres
los errores cometidos
y consiente
que los versos que recorres
sean a un tiempo recorridos
nuevamente.

Nuestras vidas son los trazos
de un lapicero al andar
y suscribir
el anhelo de unos brazos
que se tienden al amar
para vivir.


                                Ali


18 sept 2012

A mí los rebeldes sin causa no me gustan

Como todos sabemos el mundo está un poco mal. Se palpa la crisis económica, se huele el paro en cada rincón y te asfixia la contaminación en cualquier parte.
Nuestra amiga la Tierra se cansa y se nota pero nosotros lo único que hacemos es quejarnos.

Al final tengo que decir que estamos hechos unos rebeldes, sí, pero sin causa.
Es verdad que vamos a manifestaciones y que alternamos alguna huelga de cuando en cuando pero nos quedamos ahí, de hecho si nos sobra tiempo nos vamos de tiendas.
Yo le preguntaba a mi madre: "¿Qué podemos hacer?, ¿cómo vamos a salir de esta?"

Los jóvenes que vamos a manifestaciones y demás nos reducimos a un minúsculo grupo que no se agranda porque, quiero pensar, ven absurdas todas la manifestaciones. Digo quiero pensar porque prefiero que las vean absurdas a que ni siquiera las vean. ¿A los que ni las ven?... en fin, seguramente no estarán leyendo este blog, ¿a los otros?, bueno, hasta cierto punto entiendo que las vean absurdas. No nos hacen ni ... caso. Por más que vayamos a tocar las narices a la mismísima puerta de su casa siguen pasando de nosotros. Pero visto lo visto igual hay que buscar otras soluciones.

Que el mundo se vaya a la mierda, y no soy pesimista, es muy probable, pero que no se vaya tan rápido.
Hay miles de personas anónimas que con pequeñas acciones realizadas dentro de su vida cotidiana ralentizan un poquito el proceso. Se trata de convertirse en mosca cojonera, en mosquito molestón y revolotearles a esos políticos corruptos, banqueros negligentes y negociantes explotadores encima de sus cabezotas. Una picadura molesta, pica y termina desquiciándote, así que imaginen si un montón de mosquitos cojoneros se ponen a acribillar a quienes se empeñan en aplastarlos.

Informarnos de lo que pasa, poner empeño en saber qué empresa de ropa explota a niños o qué marca destroza las selvas amazónicas y sencillamente dejar de comprar sus productos. La información y el saber las cosas, como son, no como te las cuentan, es lo último que, seguramente, nos quede para salvarnos.

Quizá no podamos cambiar el mundo pero sí ponérselo difícil a quienes no quieren que cambie.

Cojamos aire.


15 sept 2012

Los besos se inventaron para oler

Seguro que alguna vez de pequeños nos llamó la atención la forma en la que se saludaban dos perros al verse por primera vez. En efecto, se olían el culo.

Una vez aclarado este punto paso a otra cuestión.
Llamadme rara pero creo que soy una buscadora de olores.
El otro día iba por la calle y pasó un chico con mucha prisa. Sin darme cuenta inspiré el aire cuando pasó a mi lado y olí la exagerada cantidad de colonia que se había echado. El perfume me infectó gran parte de la pituitaria así que eché el aire de golpe a modo de estornudo hiper lento, consiguiendo que varias personas se volvieran a mirarme. Como el apestoso olor no se iba, decidí esnifar un poco del de un señor que se aproximaba. Mi mala suerte se incrementó cuando descubrí que el transeúnte no acostumbraba a ducharse, así que me vi obligada a arrugar la nariz y echar, menos exageradamente, aquel aire contaminado.
Desesperada decidí intentarlo por última vez con una mamá que venía hacia mí con un carrito de bebé. Al cruzarnos me invadió un olorcillo a toallitas y potitos de frutas que me hizo sonreír, por fin algo agradable.
Así, fui oliendo por aquí y por allá a lo largo de toda la calle, descubriendo nuevos aromas, de mayor o menor agrado, y envolviéndome en los recuerdos que muchos de ellos me traían a la memoria.

Quizá los perros hagan eso. Se huelan para preguntarle a su memoria si ya conoce ese olor. A lo mejor me salió la vena canina y yo también añoraba algún olor el otro día... no lo sé. La cuestión es, que no solo yo me vuelvo loca buscando olores. Si nos damos cuenta, cuando nos presentan a alguien solemos darle dos besos. Esto parece que carece de importancia pero, ¿no se nos ocurre pensar que lo hacemos por una determinada razón?

En efecto, un antropólogo expuso una vez una teoría sobre los "besos de presentación" afirmando que fueron inventados para olerse.
Hace millones de años, nuestros parientes primates se olían, ya no el culo, pero sí otras partes y así sabían quienes eran unos y otros. Nuestro sentido del olfato ya no está tan desarrollado como para distinguir quiénes somos unos y otros con solo el olor, aunque quizá con ciertas personas sí funcione. Sin embargo nos hemos quedado con la costumbre de dar dos besos cada vez que conocemos a alguien o incluso cuando quedamos con algún amigo. ¿No será por el mero hecho de poder recordar como huele?

Definitivamente, sí, los besos se inventaron para recordar.



4 sept 2012

La intimidad de los calcetines

A quién se le ocurriría la descabellada idea de hacer fundas para los pies...
Porque sí, sabemos quién inventó la bombilla, el teléfono, o quién descubrió la penicilina, pero, ¿a qué ingeniosa persona le podemos agradecer que nuestros preciosos pies estén arropaditos?

Qué haríamos nosotros sin calcetines... nos rozarían las deportivas, tendríamos frío y no sabríamos con qué amenazar al amigo que nos ha quitado la zapatilla.
Desde luego es un invento excelente, pero, como todo, tiene sus pros y sus contras.
Por ejemplo, vas con prisas por la calle, recién duchadita y arreglada y de repente notas como la zapatilla va comiéndose el calcetín que, claramente, te queda grande, hasta acumular toda la tela en la puntera. Estupendo, esto nos indica que lo de la "talla única" es una auténtica farsa, eso está asumido.
O lo de:
-Quiero unos calcetines bajos, por favor.
Y cuando llegas a casa y te los pones no te cubren ni el talón. Gracias, me los pondré con chanclas.
O esa costura, la maldita costura del dedo meñique que te roza en la zapatilla. Esa costura que no te deja vivir tranquila hasta que no le das la vuelta al calcetín, un antiguo remedio materno, y aun así todavía molesta.

En fin, no dejan de ser dos bolsas de tela. Sin embargo coincido plenamente con mi amigo "Fulano" cuando dice que los calcetines son una cosa muy íntima. De hecho, tu mismo te puedes quitar tus propios calcetines, eso es obvio, pero no todo el mundo tiene el derecho de quitártelos. Estoy completamente segura de que si es así, y alguna vez os han quitado los calcetines, ha sido una persona muy cercana.

Porque desde luego, el gusto que te da sentir ese frescor y la sensación de liberación en el pie cuando te quitas un calcetín no puede dártelo cualquiera.