Seguro que alguna vez de pequeños nos llamó la atención la forma en la que se saludaban dos perros al verse por primera vez. En efecto, se olían el culo.
Una vez aclarado este punto paso a otra cuestión.
Llamadme rara pero creo que soy una buscadora de olores.
El otro día iba por la calle y pasó un chico con mucha prisa. Sin darme cuenta inspiré el aire cuando pasó a mi lado y olí la exagerada cantidad de colonia que se había echado. El perfume me infectó gran parte de la pituitaria así que eché el aire de golpe a modo de estornudo hiper lento, consiguiendo que varias personas se volvieran a mirarme. Como el apestoso olor no se iba, decidí esnifar un poco del de un señor que se aproximaba. Mi mala suerte se incrementó cuando descubrí que el transeúnte no acostumbraba a ducharse, así que me vi obligada a arrugar la nariz y echar, menos exageradamente, aquel aire contaminado.
Desesperada decidí intentarlo por última vez con una mamá que venía hacia mí con un carrito de bebé. Al cruzarnos me invadió un olorcillo a toallitas y potitos de frutas que me hizo sonreír, por fin algo agradable.
Así, fui oliendo por aquí y por allá a lo largo de toda la calle, descubriendo nuevos aromas, de mayor o menor agrado, y envolviéndome en los recuerdos que muchos de ellos me traían a la memoria.
Quizá los perros hagan eso. Se huelan para preguntarle a su memoria si ya conoce ese olor. A lo mejor me salió la vena canina y yo también añoraba algún olor el otro día... no lo sé. La cuestión es, que no solo yo me vuelvo loca buscando olores. Si nos damos cuenta, cuando nos presentan a alguien solemos darle dos besos. Esto parece que carece de importancia pero, ¿no se nos ocurre pensar que lo hacemos por una determinada razón?
En efecto, un antropólogo expuso una vez una teoría sobre los "besos de presentación" afirmando que fueron inventados para olerse.
Hace millones de años, nuestros parientes primates se olían, ya no el culo, pero sí otras partes y así sabían quienes eran unos y otros. Nuestro sentido del olfato ya no está tan desarrollado como para distinguir quiénes somos unos y otros con solo el olor, aunque quizá con ciertas personas sí funcione. Sin embargo nos hemos quedado con la costumbre de dar dos besos cada vez que conocemos a alguien o incluso cuando quedamos con algún amigo. ¿No será por el mero hecho de poder recordar como huele?
Definitivamente, sí, los besos se inventaron para recordar.
El olfato es el sentido de la memoria remota. Cuando despertamos a nuestros hijos con un beso entre el pelo y el cuello recordamos ahí, al fondo, su olor de siempre. Quizá ellos también guarden en algún rincón de su cerebro el de su madre al amamantarlos.
ResponderEliminarNo entiendo el cariz erótico de los anuncios de perfumes. A mí me parece que camuflan el olor personal y único de la persona amada.
Los olores van con el aire que respiramos, nos llenamos de ellos, para bien y para mal. Ahora que llega el otoño podemos disfrutar de los que nos trae, que no tienen desperdicio.
Los olores tambien van relacionados con lugares nunca te ha pasado cuando entras a una casa nueva y te huele como raro yo nunca tuve claro si era solamente yo asi que casi nunca lo comento a nadie uno de los olores mas caracteristicos para mi fue cuando entre por primera vez a casa de un amigo común asi rubio y pelocho hara unos años jajaja adivina quien soy que te lo he dejado facil ;)
ResponderEliminarPor supuesto que conozco esa sensación. Cuando llegas de un viaje, después de verano, que has estado varios días fuera de casa y llegas por fin a ella te das cuenta de que huele de una determinada manera. Supongo que es el olor del hogar pero lo tenemos tan interiorizado que no lo percibimos hasta que pasamos unos días alejados de él.
ResponderEliminarGracias por la apreciación.
Un eso, Miguel.