4 sept 2012

La intimidad de los calcetines

A quién se le ocurriría la descabellada idea de hacer fundas para los pies...
Porque sí, sabemos quién inventó la bombilla, el teléfono, o quién descubrió la penicilina, pero, ¿a qué ingeniosa persona le podemos agradecer que nuestros preciosos pies estén arropaditos?

Qué haríamos nosotros sin calcetines... nos rozarían las deportivas, tendríamos frío y no sabríamos con qué amenazar al amigo que nos ha quitado la zapatilla.
Desde luego es un invento excelente, pero, como todo, tiene sus pros y sus contras.
Por ejemplo, vas con prisas por la calle, recién duchadita y arreglada y de repente notas como la zapatilla va comiéndose el calcetín que, claramente, te queda grande, hasta acumular toda la tela en la puntera. Estupendo, esto nos indica que lo de la "talla única" es una auténtica farsa, eso está asumido.
O lo de:
-Quiero unos calcetines bajos, por favor.
Y cuando llegas a casa y te los pones no te cubren ni el talón. Gracias, me los pondré con chanclas.
O esa costura, la maldita costura del dedo meñique que te roza en la zapatilla. Esa costura que no te deja vivir tranquila hasta que no le das la vuelta al calcetín, un antiguo remedio materno, y aun así todavía molesta.

En fin, no dejan de ser dos bolsas de tela. Sin embargo coincido plenamente con mi amigo "Fulano" cuando dice que los calcetines son una cosa muy íntima. De hecho, tu mismo te puedes quitar tus propios calcetines, eso es obvio, pero no todo el mundo tiene el derecho de quitártelos. Estoy completamente segura de que si es así, y alguna vez os han quitado los calcetines, ha sido una persona muy cercana.

Porque desde luego, el gusto que te da sentir ese frescor y la sensación de liberación en el pie cuando te quitas un calcetín no puede dártelo cualquiera.


2 comentarios:

  1. Que forma tan poética de tratar a una prenda tan vulgar ;)

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  2. Pues la verdad nunca se me había ocurrido, jajaja ¿una bolsa para los pies? Muy buena, Ali.

    Andrea

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