Pasado este estado, experimentamos un profundo odio hacia la persona amada, quizá creado por la impotencia y la imposibilidad de hacer nada contra ese amor que no siente o simplemente por la necesidad de culpar a alguien del estado de tristeza anterior.
Cuando hemos superado esa etapa, empezamos a volvernos indiferentes y lo miramos todo con ironía, a pesar de que aún nos duela.
"Dices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina
que al compás que se mueve, hace ruido".
(Bécquer)
"Entre morir y no morir
me decidí por la guitarra
[...]".
(Neruda)
"Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarse un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos".
(Neruda)
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