En un autobús grande lleno de voces y risas dos amigos mantienen una interesante conversación sobre futuro y sociedad.
Se reparten las entradas y unos cuantos alumnos del conservatorio se dirigen al auditorio para ver uno de los muchos conciertos que se dan en Valladolid.
Radiantes y ávidos de música rebuscan un asiento, que, a pesar de no ser el suyo, arriesgándose a que les echen en cualquier momento, enfoca mejor el escenario.
Empieza el concierto. Una nocturna serenata de Mozart para empezar y un estupendo concierto de Mendelsson con una increíble violinista llenan la primera parte.
Durante el descanso se comentan las obras, más risas, algo para picar y otra vez dentro.
Una conocida sinfonía también de Mozart protagoniza la segunda parte del concierto. No está nada mal.
Empiezan los merecidos aplausos pero al minuto la gente empieza a levantarse. Los alumnos se miran unos a otros asombrados. Se merecen un aplauso, ¿por qué no se lo dan? Qué extraño, bueno, ellos sabrán...
La orquesta está dispuesta a regalarnos un bis. Bueno, todos esos maleducados se lo perderán. Los músicos se sientan, llega el director y echa un vistazo a la sala. Casi está vacía. Todo el mundo se aglomera en la puerta con ganas de salir.
El director, sin dejar de sonreír, vuelve a irse y la orquesta se levanta y le sigue. ¿Ya no hay bis?
Genial, nos lo hemos perdido todos.
Hay muchos niños que se van a beber solo para presumir de ello. Seguramente no les guste, y puede que hasta les siente mal el alcohol, pero claro, son tan mayores bebiendo, tan importantes, tan guays, que cómo van a privarse de hacerlo.
También hay muchos adultos que van a actividades culturales solo para presumir de ello. Seguramente no les guste, y puede que hasta ni sepan quién es Mozart, pero claro, son tan intelectuales, tan importantes y guays, que cómo se van a privar de ir.
A ver si se les quita a los mayores esa manía de criticar tanto y se miran un poco a ellos mismos.
PERFECTO. No tengo nada que añadir.
ResponderEliminarToda la razon del mundo..
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