21 jul 2012

M de Miengo

Bajé del coche con la duda de no saber si abrazarla o no, pero en cuanto la vi lo tuve claro. Allí estaba, con el pelo más corto pero con la misma sonrisa. No había sitio para las dudas.

Pensaba que no se acordarían, que un año es mucho tiempo, pero oí como gritaban mi nombre y como iban a abrazarme unos y otros.

Al final, llegué a una habitación y me alegré de ver dos camas más de las que permitía el espacio.



Ver otra vez esos ojos que hace un año que no ves te llena de emoción. No puedes ponerte a gritar pero te cuesta retenerlo. Piensas en la semana que queda por delante, en las risas que la van a llenar, en las notas que le van a dar la chispa de vida que nos une.
Todos sentimos algo parecido, se nota, se palpa. Estamos nerviosos y nos brillan los ojos.
La primera noche me cuesta dormir, pero nos acostamos pronto, serán días duros.
La música nos invade durante todo el día, desde el briblibribli del teléfono-despertador, hasta punchin punchin de la discoteca de la noche. Me da la sensación de que estamos rodeados de ella en cualquier momento. Tocamos nuestros instrumentos, sí, estudiamos cada día y damos clases, pero no se queda ahí. Continuan las risas, las voces, las canciones desafinadas en la habitación nada más levantarse y eso también es música.
Entramos en el colegio a estudiar. Pensar que tienes que estar metida en un aula toda la mañana parece que te va a dar pereza, pero no la sientes, yo no. Cuando dejas de tocar para pasar de hoja no te quedas en silencio, no estás sola, oyes pianos, chelos, clarinetes, violas, más violines... ¿se aprecia alguna guitarra? y... ¡¿estoy oyendo una flauta?! Entras en otro mundo, y el oído es el único guía.
Un rato después estás en la primera fila de una pequeña orquesta. Cómo duelen los primeros ensayos, pero trabajamos y poco a poco vamos forjando una pequeña pieza. El director no se está quieto, él también lo está viviendo al máximo. Se mueve de un lado a otro, salta, habla con onomatopeyas... parece que quiere hablar con música, para él sobran ya las palabras.
Las comidas también están llenas de música. Las copas son los instrumentos, preferidos de unos, odiados por otros, o también las botellas vacías, pero realmente con todo se puede hacer música.
Por la tarde volvemos a ese mundo que solo unos extraños seres llamados músicos comprenden y tocamos sin parar hasta la noche.
Pero ni siquiera de noche nos da tregua la música. De hecho la noche es lo mejor. Escuchamos atentos cada obra que caldea aquella iglesia fría y se nos inundan los ojos de todo tipo de emociones. Disfrutamos de cada sonido y casi podemos agarrarlos de lo cerca que los sentimos.

Los abrazos y los besos se repitieron con otro tipo de brillo en los ojos el último día. La añoranza nos iba quitando espacio en las pupilas y la alegría de los últimos días se resbalaba por nuestras mejillas.
Mientras miraba por la ventana despidiendome de todo aquello que me había hecho sentir tanto en tan poco tiempo solo podía pensar en una cosa: M de Música.

8 comentarios:

  1. ¡Qué bonito Ali!
    Soy María de violín, por si te entran las dudas :)
    Lo he leído entero y he de decir que has descrito el cursillo de una forma que casi podía volver a sentirme como si estuviera allí. Como en casa.

    Quizás dentro de poco me de por escribir algo en mi abandonado blog, porque Miengo es mucho Miengo.
    Espero verte el año que viene de nuevo, porque la verdad es que es una experiencia que vale la pena repetir todas las veces que haga falta, y más con personas tan encantadoras como vosotras.

    Un beso muy fuerte desde Valencia.

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  2. No sé qué tendrá la música, María, pero es algo que pocos sienten. Me ha encantado poder compartir ese algo con vosotros y espero que se repita, claro que sí.
    Aupa ese blog tuyo, por supuesto! Y me informas en cuanto lo tengas!

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  3. ¡Vaya, este texto es genial! Casi puedo palpar tu amor por la música, tu unión espiritual con ella y los demás músicos. También yo soy amante de la música, y hago mis cosillas con mi bajo, pero por supuesto no soy más que una aficionada con un pedacito de alma musical :)
    Soy la amiga de Manuel, por cierto xD Me está gustando mucho tu blog, voy a seguir leyendo. ¡Un saludo!

    Emily.

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  4. La música, la amistad, un lugar precioso lejos de la vida cotidiana... Ya cada una de esas cosas por separado vale lo suyo y si lo unes todo no me extraña que se multipliquen las emociones y los sentimientos. Es la vida desplegada. ¡Felicidades!

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  5. Alicia, me ha encantado! Casi lloro cuando lo he leido, como os echo de menos...
    Me alegro mucho de haber ido a este curso, me lo he pasado genial, y ha sido una semana con muchas emociones:)
    Espero el año que viene volver a veros a todos, de verdad, estoy deseando volver!
    Por cierto, soy Irene la de chelo jajajjaa
    Un besazo:)

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  6. Parece que es justo la música lo que nos hace desplegar ese trocito de alma musical que toda persona tiene dentro ya sea más o menos grande.
    Gracias de nuevo.

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  7. ¡¡Que texto más formal!! Iha, ni que escribieras poesía medida. ;D (¿Me puedo permitir hacer caso omiso a la formalidad de tu post y de los demás comentarios y ser un poco yo? Sabes que el verso libre me puede...)

    M de ¡Mierda de sandwichera rota! de "que Maja la profe esta que después de llamarte despelotada te salta a ver si eso de estudiar mates existe" de ¡Me cago en todo, se me van a caer los dedos a trozos! de "¡Miraaaaaa! ¡cómo tocan esos dos, qué pasada!" de ¡Mete la bola negra, la negra! de Mozart... no quiero tocar Mozart de ¡MUNDIALA! (diría maravilloso, pero en euskera suena mejor) de que ¡¡Me apunto el año que viene aunque sea a tocar el triángulo!!

    Me gusta leer tus cosillas (incluso el cuento que me debes). A ver si saco el blog de la tumba (dentro de una semana me pongo a escabar) y te hago la competencia, hahaha.

    ¡Y logo tambe!

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  8. "Mmmm" de "¡qué ricura de sandwiches!" y de Mmmaldita bola negra! Y el año que viene vienes aunque sea a tocar al mmmmarimba!
    Desentierra ya tu blog que quiero una rival de tu nivel ;)

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