20 nov 2012

El culto al huevo frito

De todas las formas de cocinar un huevo que existen en el mundo el huevo frito se lleva la palma.
Y alguien tan importante como un huevo frito debe tener su correspondiente corte de seguidores, ya sean patatas fritas o arroz con tomate.
A su vez, alguien así suele ser venerado por todos, aunque cada uno tenga su particular forma de recibirle.

Hay huevos cocidos, estrellados, a la plancha, huevos en tortilla, en pasteles, pasados por agua, hay mil formas de hacer a huevo comible, pero la mejor de todas es freírlo.
Una vez frito somos, prácticamente la mayoría, incapaces de comerlo solo. Es como si nos diera pena que algo tan maravilloso no estuviera acompañado. Así que muchas veces le ponemos un gran séquito de patatas fritas, algo de chorizo, arroz, albóndigas o cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. ¿Por qué hacemos esto? Pues no lo sé. Yo creo que queremos camuflarlo para contrastar su delicioso sabor con el del resto de los menos exquisitos alimentos de los que lo rodeamos. Huevo con arroz y tomate, por ejemplo, si le quitas el huevo le quitas ya el plato entero porque para lo que queda...

Cuando nos disponemos a deleitarnos en el sabor este maravilloso manjar, cada uno tiene su forma personal de hacerlo. Básicamente hay dos formas de comerse un huevo frito: disfrutando de él al principio o hacerlo al final. Situémonos en frente de un huevo frito, por el momento es irrelevante el complemento pero sí está acompañado. Algunos deciden comerse las patatas o el arroz y cuando únicamente queda el protagonista principal del plato, recrearse solitariamente en él. Otros, por el contrario, son incapaces de retenerse al verlo delante de sus narices y, sin mirar nada más, lo lanzan hacia sus voraces fauces sin detenerse en los otros complementos.

Yo debo ser de esta última clase porque no puedo aguantar las ganas de mojar pan en esa suculenta yema naranja por más que he intentado dejarla para el final en varias ocasiones.
Lo que sí sé es que el huevo frito es de los bocados más simples y  placenteros que hay en este mundo y que desde luego es para rendirle culto.

Bon appetit!


2 comentarios:

  1. ¿Has probado alguna vez a "recortar" la yema de la clara, meterla entera en la boca y hacer que explote ahí dentro? Eso sí que es placer. Digno de los dioses. Pero tiene que ser un huevo de los de yema jugosa, y hay que cocinarlo más bien poco hecho. ¡Pruébalo! Besos Ali! :)

    ResponderEliminar