Existe
el llamado “umbral del dolor” que es lo que básicamente despierta al dolor.
Bien, pues igual que hay un umbral que mide lo que te hace daño también hay
otro que mide lo que te gusta. Me explico, yo lo llamaría el “umbral del gusto”
o algo así, y me parece mucho más atractivo que el anterior.
Si
alguien ha vivido toda su vida en un ambiente de juerga superficial, por
ejemplo, quizá otros le miren diciendo: pobrecillo, qué banal, seguro que eso
no le gusta realmente.
Mentira.
Solo nos puede gustar lo que conocemos. Lo triste es que a veces tenemos la
oportunidad de conocerlo y luego lo dejamos escapar. Entonces sí se pasa mal.
Pero
para salvarnos inventaríamos el “umbral de la curiosidad” y este sería
básicamente lo que despertara nuestra curiosidad. Es verdad que algo no te
puede gustar nunca si no lo conoces, pero sí puedes tener más o menos ganas de
conocerlo, aunque no sepas ni lo que quieres conocer. Curiosidad.
Estás
agobiada, necesitas tomar el fresco, la presión del examen del día siguiente te
ha robado el aire que había en tu habitación. Sales al balcón, y mientras respiras
la brisa de la tarde, te estiras sonriendo. Entonces, de repente, se te cae un
pajarillo del tejado. Así, de repente. Lo coges, lo miras, te preguntas de dónde
habrá salido, por qué se habrá caído… y a partir de ese momento empiezas a
fijarte en los pájaros. Aprendes de qué clase son, si emigran, dónde viven,
cómo hacen sus nidos. Quizá llegues a convertirte en ornitóloga y viajes por el
mundo.
Ves tocar
a un violinista en la calle, eres pequeña y te apetece dejarle una moneda en la
funda custodiada por un perro ya viejo. Correteas vergonzosa y se la dejas
mientras el violinista, sin dejar de tocar, te lo agradece con una sonrisa.
Tiempo después te ofrecen tocar un violín, y con la misma sonrisa que te dedicó
el músico callejero, tocas tres o cuatro notas desafinadas. Te gusta. Años más
tarde decides estudiar violín. Te interesas, vas a conciertos, estudias las
obras con perseverancia y haces cursos para mejorar tu técnica. Quién sabe, a
lo mejor algún día llegas a tocar delante de miles de personas que pagan por
escucharte un montón de dinero. Pero ojala eso no te importe.
¿Pura curiosidad? Puede, pero todo empieza con un detalle.
Cada momento de la vida es importante, no solo por el momento en sí sino también por todo lo que trae cogido de su mano. Y también es importante "llamar" a los momentos, convocarlos, con la curiosidad de la que hablas, con las ganas de vivirlos, de vivir.
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