30 ene 2013

Todo empieza con un detalle


Existe el llamado “umbral del dolor” que es lo que básicamente despierta al dolor. Bien, pues igual que hay un umbral que mide lo que te hace daño también hay otro que mide lo que te gusta. Me explico, yo lo llamaría el “umbral del gusto” o algo así, y me parece mucho más atractivo que el anterior.
Si alguien ha vivido toda su vida en un ambiente de juerga superficial, por ejemplo, quizá otros le miren diciendo: pobrecillo, qué banal, seguro que eso no le gusta realmente.
Mentira. Solo nos puede gustar lo que conocemos. Lo triste es que a veces tenemos la oportunidad de conocerlo y luego lo dejamos escapar. Entonces sí se pasa mal.
Pero para salvarnos inventaríamos el “umbral de la curiosidad” y este sería básicamente lo que despertara nuestra curiosidad. Es verdad que algo no te puede gustar nunca si no lo conoces, pero sí puedes tener más o menos ganas de conocerlo, aunque no sepas ni lo que quieres conocer. Curiosidad.

Estás agobiada, necesitas tomar el fresco, la presión del examen del día siguiente te ha robado el aire que había en tu habitación. Sales al balcón, y mientras respiras la brisa de la tarde, te estiras sonriendo. Entonces, de repente, se te cae un pajarillo del tejado. Así, de repente.       Lo coges, lo miras, te preguntas de dónde habrá salido, por qué se habrá caído… y a partir de ese momento empiezas a fijarte en los pájaros. Aprendes de qué clase son, si emigran, dónde viven, cómo hacen sus nidos. Quizá llegues a convertirte en ornitóloga y viajes por el mundo.

Ves tocar a un violinista en la calle, eres pequeña y te apetece dejarle una moneda en la funda custodiada por un perro ya viejo. Correteas vergonzosa y se la dejas mientras el violinista, sin dejar de tocar, te lo agradece con una sonrisa. Tiempo después te ofrecen tocar un violín, y con la misma sonrisa que te dedicó el músico callejero, tocas tres o cuatro notas desafinadas. Te gusta. Años más tarde decides estudiar violín. Te interesas, vas a conciertos, estudias las obras con perseverancia y haces cursos para mejorar tu técnica. Quién sabe, a lo mejor algún día llegas a tocar delante de miles de personas que pagan por escucharte un montón de dinero. Pero ojala eso no te importe.

¿Pura curiosidad? Puede, pero todo empieza con un detalle.



1 comentario:

  1. Cada momento de la vida es importante, no solo por el momento en sí sino también por todo lo que trae cogido de su mano. Y también es importante "llamar" a los momentos, convocarlos, con la curiosidad de la que hablas, con las ganas de vivirlos, de vivir.

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