Los olores son seres poderosos. Son máquinas del tiempo.
Los olores son besos, son comidas, son gestos, son miradas, son conciertos, fiestas, llantos...
Los olores son recuerdos.
Lo recuerdas cuando entras en un bar y huele a aquella vez que te desmadraste bailando, o aquella otra en la que te pisaron el pie o aquella en la que pediste una copa y acabaste con tres de más.
Lo recuerdas cuando sales a la calle y huele a ese verano de globos de agua, de risas empapadas, de noches de buscar estrellas.
Lo recuerdas cuando llegas de viaje y huele a hogar. A ese hogar que solo es tuyo, un olor que solo se distingue cuando llevas tiempo sin pasar por casa porque si no ya estás acostumbrado a él.
Los olores forman una parte importante de nuestra memoria. Son capaces de hacernos sentir cosas que no podemos explicar.
Breve historia:
"Laura pasaba siempre por la misma acera al volver de la facultad, y todos los días, al pasar por un determinado punto, sentía un malestar general, una incomprensible sensación que mezclaba el miedo y el nerviosismo. Harta de que le pasara lo mismo todos los días, decidió ir por la acera de enfrente y pudo darse cuenta que al otro lado estaba un antiguo colegio de monjas que, hasta la fecha, aún seguía acogiendo alumnos . Era aquello. Al pasar al lado, el edificio desprendía un aroma a lápices afilados y goma de borrar que le traían a la memoria los azotes que se ganaba siempre que llegaba tarde a clase cuando era pequeña. Se explicaba así la ansiedad que sentía al oler el mismo olor que la recibía al entrar corriendo en el colegio cinco minutos después de lo que debía."
Los lápices afilados y las gomas de borrar, a eso huelen los colegios. A eso huelen los eternos deberes mientras los otros niños jugaban fuera, las lágrimas de no entender las restas llevadas y el primer "Progresa Adecuadamente" de tu vida.
En efecto, las gomas de borrar te salvaron, borrando los recientes garabatos de la mesa verde, de una buena bronca de la profesora, pudieron borrar los fallos de la infancia, las faltas de ortografía, los unos que había que sustituir por doses y la maldita raya que se salía siempre al colorear los dibujos de plástica.
Pudieron borrar muchas cosas, sí, pero no pudieron borrar su propio olor.
¿Qué olor será el que en el futuro nos llene los ojos de lágrimas?
ResponderEliminarLos olores recordados dan al olfato un sentido melancólico.
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