17 sept 2013

Burbujas

"...Era éste el que había atraído mi atención desde el principio, sin duda por su estatura primero, y luego también por su manera de moverse. Un tipo de movimiento muy curioso, muy fluido, pero sobre todo muy concentrado, quiero decir muy concentrado en sí mismo. La mayoría de la gente cuando se mueve lo hace en función de lo que tiene alrededor. Justo en este momento, mientras escribo, Constantine pasa por delante de mí arrastrando la tripa sobre el suelo. Esta gata no tiene ningún proyecto en la vida y sin embargo se dirige hacia algo, probablemente un sillón. Y eso se ve en su manera de moverse: va hacia algo, y recalco el "hacia". Mamá acaba de pasar en dirección a la puerta principal, se va a hacer la compra y de hecho, ya está fuera, su movimiento se anticipa a sí mismo. No sé muy bien cómo explicarlo, pero cuando te desplazas, de alguna manera ese movimiento hacia algo te desestructura: estás ahí y a la vez ya no estás porque ya estás yendo a otra parte, no sé si me explico. Para dejar de desestructurarse habría que dejar de moverse por completo. O te mueves y ya no estás entero, o estás entero y ya no te puedes mover. Pero ese jugador en cambio, en cuanto salió al terreno de juego, sentí, con respecto a él, una cosa distinta. La impresión de verlo moverse, sí, pero a la vez seguía ahí. Absurdo, ¿verdad? [...] Lo que hace la fuerza del soldado no es la energía que emplea en intimidar a su adversario, sino la fuerza que es capaz de concentrar en sí mismo, centrándose solo en sí".

                                                                                                                         (La elegancia del erizo)



¿Cuántas veces nos han dicho lo metidos que parecemos estar en nuestras propias burbujas? Y ahora la idea no se me antoja tan terrible, teniendo en cuenta la sociedad de la que nos rodeamos. Bien es verdad que no podemos huir de nuestro alrededor y que sería de absolutos insensatos abstraerse en una burbuja sin ver ni escuchar nada más que a nosotros mismos, pero antes de enfrentarse a la temible realidad, nos conviene tener un pequeño refugio, un lugar donde podamos mirarnos, conocernos, saber qué debemos hacer y decidirlo despacio, sin prisa. Necesitamos una pequeña burbuja para, precisamente, mirar a la realidad de frente.
Me da la sensación de que todo se evapora en apariencias de gente muy segura que a la mínima se desmorona como un castillo de arena. Si quieres ser valiente tienes que tener claro por qué quieres serlo; y lo que me parece que escasea es el autoconocimiento, lo cual nos lleva a una completa falta de motivación. Saber qué nos gusta, qué queremos y cómo queremos ser en la vida.
Me encuentro a jóvenes deprimidos, sumidos en wifis y fiestas nocturnas que les han prometido relaciones y diversión y han terminado siendo un fraude. Esas pobres criaturas han sido privadas de una burbuja autóctona, y les han encerrado en una prefabricada.
Quizá sea ese el problema y quizá a eso se refieran los sabios cuando nos acusan de estar metidos de continuo en burbujas.
Las burbujas no son malas del todo, pero debes fabricarlas tú mismo.

2 comentarios:

  1. Creo que hablas de la re-flexión. Es muy importante darse cuenta de que el quehacer principal que tenemos en la vida es llegar a ser. Por eso necesitamos ser libres, para saber qué (tipo de persona) queremos llegar a ser y para conseguirlo.

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  2. Reflexionar es hacer y rehacer flexiones con el cerebro. Seguro que así crece.

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