7 jun 2012

El Oso Pérez

De niños éramos menos vagos. Bueno, a lo mejor no menos vagos pero teníamos menos pereza. Quizá sea porque nos obligaban a hacer las cosas o a lo mejor porque teníamos menos en qué pensar.

Remontémonos a los nueve años. Íbamos al cole, a música, a inglés, a pintura, a natación... algunos incluso iban a clase por la tarde o tenían gimnasia rítmica o equitación. A pesar de todo todavía nos daba tiempo a hacer los deberes, bañarnos, cenar y meternos en la cama a las diez. Y aún sobraba tiempo para cogerse una rabieta con papá, llorar porque no te gustaban los fréjoles o jugar con tus muñecas hablando sola en tu cuarto como una loca.

Actualmente nos quejamos por tener dos exámenes el mismo día.



Los seres humanos tendemos a la pereza. Sin embargo me hace gracia que a veces, cuantas más cosas tenemos que hacer más nos molestamos en hacerlas. Por ejemplo, en una clase: tres chicos van al instituto seis horas. Por la tarde tienen otras cuatro de escuela de idiomas, dos de ellos tienen un grupo de rock, el otro va al conservatorio. Nada más llegar a casa, como a las nueve o diez de la noche, se ponen a hacer la cena y después de cenar estudian lo que deben para el día siguiente. Para completar, los tres viven fuera de la ciudad y tardan una hora en desplazarse.
Por otro lado hay otros tres chicos de su misma clase que van seis horas al instituto, llegan a casa, ven un rato la tele después de comer, duermen otras tres horas, juegan un poco al ordenador, se meten en el tuenti y se van a dormir después de cenar. ¡Qué suerte!, tienen todo el tiempo de el mundo para hacer todo lo que se propongan.
Ahora llegamos al momento en el que comparamos las medias académicas de unos y otros. Los primeros saben lo que estudian en el instituto, idiomas, música y seguramente tengan alguna otra afición a la que se dediquen, sin embargo los tres restantes no. Eso sí, seguro que los primeros tienen dos o tres horas menos de sueño.
Quizá sea una cuestión psicológica, si te estresas más, te ves más a premiado por el tiempo y te ves obligado a pensar más deprisa y a hacer todas las cosas que tienes que hacer lo mejor posible. Sin embargo yo creo que es una cuestión de organización. No hace falta estresarse, aunque a veces es inevitable, si tienes menos tiempo tienes que administrarlo bien pero si te sobra el tiempo y te confías se te acaba echando encima.
Seguro que si administramos las gotitas de nuestro tiempo seremos menos perez-osos.



2 comentarios:

  1. El tiempo es lo que recibimos al nacer para construir nuestra vida.
    Supongo que la dificultad está en encontrar el equilibrio entre no perderlo y emplearlo bien, que no es lo mismo.
    En muchas ocasiones es necesario un estado de calma mental y de reposo incluso físico para darnos cuenta de lo que queremos y de la forma de llevarlo a cabo,vamos, para pensar. Por otra parte esa relajación no debe ser un lastre que nos impida ponernos en marcha. Tan peligrosa es una lasitud constante como una continua actividad frenética.

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  2. Deberíamos hacer que las gotas nuestro tiempos fluyeran como ríos para que su energía haga posible la luz.

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