Los perros mueven la cola de contento, ¿por qué mueven la cola los gatos?
Nunca jamás en mi vida he visto un gato contento. He visto a gatos pachorros, cuando a veces les acaricias la tripa y empiezan a emitir ese ruido gutural llamado comunmente ronroneo; he visto gatos acechantes, preparados para saltar sobre una mosca, algún pajarillo o, lo que es más común, para ir a recibir su cuenco de pienso; he visto gatos soberbios, mirando con superioridad caer las gotas por el cristal una tarde de lluvia como pensando: Así es, lluvia estúpida, tú intentando entrar en casa, sin ninguna posibilidad de conseguirlo, y yo dentro de ella, bien calentito.
Nunca he visto un gato plenamente feliz, parece no estar incluido dentro de su comportamiento. Es una lástima.
Sin embargo sí he visto muchas veces gatos melancólicos, de hecho creo que la mayoría de las veces que nos cruzamos con un gato se trata de un gato melancólico. Pero no hemos de confundir jamás un gato melancólico de un gato triste. Según Víctor Hugo, la melancolía es la felicidad de estar triste, pues eso es exactamente lo que les pasa a los gatos. Parecen estar orgullosos de su tristeza interior, parecen querer mostrarse como seres pensantes y cabizbajos todo el tiempo pero, ¿en qué piensan los gatos cuando se quedan mirando a la nada de esa manera? A lo mejor sí son felices, pero a su manera, pensando, o no pensando, pero mostrándose pensantes. A lo mejor para un gato lo único importante es aparentar, porque es realmente sospechosa la lentitud con la que pestañean, a ver, ¿por qué lo hacen tan despacio? Incomprensible. La única respuesta que se me ocurre es que pretendan resultar interesantes, con todo bajo control. Sin embargo es difícil ocultar la melancolía cuando esta te embriaga, incluso para un gato. Es claramente distinguible un ser que pulula lleno de ella, sin que necesariamente tenga que ser de familia felina. Nadie es capaz de ocultarla porque es demasiado atrayente para el resto del mundo, o quizá para aquellas personas un poco más observadoras. Y es que podría afirmar casi con total certeza que la atracción por alguien melancólico es casi la misma que la atracción por alguien alegre y contento, puede que incluso más. La felicidad es un enigma para el ser humano, sobre todo para el de la actual sociedad, y la curiosidad es una de las fuerzas motrices más fuertes para el hombre.
Nunca sabes en qué está pensando un gato, y por esa misma razón no hay ni una sola persona en el mundo que pueda afirmar con convicción que no le gustan los gatos.
A menudo me parece ver en los gatos, y en algunas pesonas, una displicencia hacia los humanos como de hacernos un favor viviendo entre nosotros, ellos que podrían ser los reyes de la selva y que sin embargo no se hacen esperar a la hora del pienso. ("Pienso, luego existo" tiene otro significado para ellos).
ResponderEliminarLa observación del gato es una lección para los observadores. Creo que aprendí a observar viendo gatos desde la ventana de la vieja casa de la infancia. Esa ventana daba a un ¡patio de luces!
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